En esta época Egipto estaba políticamente dividido y gobernado, nominalmente, por los débiles monarcas menfitas que pertenecían a la dinastía VIII, enfrentados a varios mandatarios locales. Además, el país sufría periódicas incursiones de tribus asiáticas vecinas, aprovechando la situación caótica reinante. Actoes, dio un golpe de Estado, y se proclamó faraón en la vecina Henen-Nesut (Heracleópolis Magna), marcando el comienzo de la dinastía IX, aunque inicialmente su autoridad solo fue reconocida en las regiones más próximas.
Según Julio Africano: esta dinastía tiene su capital en Heracleópolis y es fundada por Actoes que se comportó más cruelmente que los reyes predecesores, provocando el lamento de todo Egipto. Posteriormente cayó presa de la locura y lo mató un cocodrilo. Eusebio de Cesarea comentó que este rey Octois asoló a todo Egipto con espantosas calamidades.
Se han identificado los nombres de algunos gobernantes de esta dinastía, aunque las fechas y duración de sus mandatos son inciertos. La influencia de estos dignatarios se ejerció solo en el Bajo Egipto, debiendo contemporizar con los gobernantes surgidos en el Alto Egipto: la dinastía XI.
Padró, Josep: Historia del Egipto faraónico (capítulo 8: El final del Imperio Antiguo y el Primer Período Intermedio), Alianza Editorial, 2006, ISBN 84-206-8190-3