Caso Alejandro Flores

El Caso Alejandro Flores fue uno de los crímenes argentinos más inconclusos y prescritos de los años 1990 en la provincia de Córdoba (Argentina).

Relato[editar]

Alejandro Víctor Flores, un niño de tan solo cinco años de edad, fue a visitar a su tía junto a su madre Rosa Arias y su hermana menor Johana de tres meses en Río Cuarto, provincia de Córdoba, a veinte cuadras de donde vivían. Esa tarde del 16 de marzo de 1991, era un día muy caluroso, cuando el niño le pregunta a su madre si podía ir a la plaza a jugar con sus amigos, ante su aceptación fue a jugar allí. Cuando sorpresivamente se levanta una tormenta, Rosa le dice a su sobrina que le alcance un buzo a su primo que estaba en ese momento en la plaza. Al no encontrarlo en ese lugar, comenzó una interminable búsqueda por parte de los familiares por la zona.

Con el pasar del tiempo, la incertidumbre sobre donde se encontraba Alejandro atormentaban a su madre. Varios mensajes y llamadas erróneas y bromas de mal gusto aprovechándose de esa situación castigaban a Rosa, quien incluso, en una de ellas viajó en febrero de 1994 hasta Punta Arenas, Chile, porque le llegó la información de que se encontraría allí. Después su peregrinación la llevó al programa Gente que busca gente, vio a figuras como Moria Casán y hasta se reunió en 2007 con el ministro de Justicia Alberto Iribarne, pero no había avances.

Luego de pasados unos años y varias marchas para pedir información de su paradero. En 1996 un policía comentó que había escuchado que dos colegas andaban patrullando esa zona esa tarde, que habían atropellado un niño y que lo habían trasladado en su vehículo todavía vivo hacia la casa de dos enfermeras amigas que no pudieron salvarlo, según la versión, ya que la policía nunca investigó sobre el tema. A dicho policía le terminaron haciendo una causa por falso testimonio, le pusieron una carpeta psiquiátrica y lo sacaron del cargo. Las enfermeras que quería dar un aparto a la causa fueron puesta con carpeta médica y sacadas de sus puestos. Se dijo también que los dos policías responsables fueron ascendidos en sus cargos.

En julio de 2008, Horacio Zorzini, un verdulero que trabajaba cerca de donde desapareció el joven, salió corriendo porque se le cayó un zapallo . Al agacharse a recogerla, encontró accidentalmente unos restos óseos que corresponderían al cráneo y demás huesos de un niño en una cequia. A tan solo trescientos metros de donde desapareció Alejandro. Luego de la autopsia se reveló finalmente que se trataba de Flores. El cadáver presentaba fractura de cadera y miembros superiores e inferiores.[1]

El cuerpo de Alejandro Flores, luego de ser atropellado por un móvil policial, fue echado a una alcantarilla donde permaneció oculto por diecisiete años. En el 2009, el fiscal Javier Di Santo, logró determinar que los policías del comando radioeléctrico Mario Gaumet y Gustavo Funes habrían sido quienes atropellaron al niño, omitieron llevarlo a un hospital y cuando murió, ocultaron el cuerpo. En una misma resolución los imputó por homicidio culposo y encubrimiento y los sobreseyó por prescripción.[2]

En el 2014 el histórico fallo de la Corte ordenó profundizar la investigación para esclarecer la muerte del niño y pidió que se investigue “los acontecimientos que pudieran haber entorpecido la marcha del proceso y dilatado la pesquisa”. “La extinción de la pretensión penal no implica desentenderse de la obligación del Estado de asegurar el derecho de los padres de la víctima a conocer la verdad de los hechos”, dijo el fallo.[3]

Hasta el día de la fecha, la causa permanece impune y prescrita.[4]


Referencias[editar]