Historia de México

«De la Conquista a 1930», parte central del mural Epopeya del pueblo mexicano de Diego Rivera en el Palacio Nacional.
Mapa topográfico del territorio mexicano.
Historia de México
México prehispánico (hasta 1519)
Etapa lítica
Aridoamérica, Oasisamérica y Mesoamérica
México español (1519-1821)
Conquista de México (1519-¿?)
México virreinal (1535-1821)
México independentista (1810-1821)
México independiente (1821-actualidad)
Primer imperio (1821-1824)
Primera república federal (1824-1835)
República centralista (1835-1846)
Segunda república federal (1846-1863)
Segundo imperio (1863-1867)
República restaurada (1867-1876)
Porfiriato (1876-1911)
México revolucionario (1910-c. 1917-21)
México posrevolucionario (ut supra-1940)
México contemporáneo (desde 1940)

La historia de México es la narración cronológica y demostrable de los acontecimientos del pasado relacionados con la gente que habita en el actual territorio de México, país ubicado en América del Norte.

Dicha narración puede dividirse de distintas maneras según la perspectiva historiográfica para abordar los hechos y de sus criterios.[1]​ Una división propia del país en tres grandes periodos es la siguiente: época prehispánica, española e independiente.[2]

El periodo prehispánico se refiere a todo lo acontecido antes de la llegada de los españoles en 1519. En dicho periodo ocurrió el poblamiento del territorio, el inicio de la agricultura y la conformación del sedentarismo en tres grandes áreas culturales: Aridoamérica, Oasisamérica y Mesoamérica. La última mencionada fue en la que se desarrollaron más civilizaciones, debido a sus condiciones geográficas.

El periodo español sucede al prehispánico y abarca hasta la consumación de la guerra de Independencia en 1821, lapso que duró tres siglos. Se caracterizó por el dominio de la monarquía española iniciado con la Conquista y formalizado política y territorialmente en el Virreinato de Nueva España.

México, 1930

Finalmente, el periodo independiente que actualmente en curso inició con la conformación del Primer Imperio Mexicano y su máxima característica es la existencia del Estado mexicano propiamente dicho que se ha conformado por ambas formas de gobiernos (monarquía y república). Ha sufrido el desarrollo y transformaciones del país.

Una perspectiva historiográfica alterna es la periodización tradicional de la historia universal:[1]​ la prehistoria (conformada por la Edad de Piedra, de los Metales), la Protohistoria y la historia (divida en la Antigüedad, Medioevo, Edad Moderna y Edad Contemporánea). Sin embargo, dicha perspectiva no es muy utilizada ya que suele ser complicado determinar los respectivos periodos en México sin recurrir a explicaciones eurocentristas.[3]

Periodización

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De izquierda a derecha y de arriba hacia abajo: cabeza colosal, símbolo característico de los olmecas; detalle de un relieve en Palenque, importante ciudad maya; cabeza tallada en piedra del dios Quetzalcóatl, deidad presente en la mayoría de las civilizaciones mesoamericanas; vista de Monte Albán, ciudad maya en alto relieve de un importante asentamiento del Periodo Clásico; vista de Teotihuacan, destacada ciudad del Periodo Clásico; atlantes de Tula, símbolo característico de los toltecas, que se encuentra en la pirámide central de su antigua capital, Tollan-Xicocotitlan; Pirámide de Kukulcán en Chichen Itzá, importante ciudad maya y una maravilla del mundo moderno; pintura mixteca que representa la alianza matrimonial de Ocho Venado y Garra de Jaguar; Hernán Cortés, conquistador español; representación de la caída de Tenochtitlan; Moctezuma Xocoyotzin, antepenúltimo huey tlatoani de la Triple alianza; pintura religiosa que representa la aparición de la Virgen de Guadalupe frente a indígenas; De mulato y mestiza, produce mulato, es torna atrás, pintura de castas, típicas en Nueva España para marcar la segregación racial en la que se dividía la sociedad; Catedral Metropolitana de la Ciudad de México; Miguel Hidalgo y Costilla, «iniciador de la guerra de independencia»; José María Morelos y Pavón, jefe de la etapa de organización de la independencia; Ignacio Allende, segundo al mando en la etapa de iniciación de la Independencia; Vicente Guerrero, jefe de la Etapa de Resistencia de la Independencia de México y posteriormente presidente de México; Agustín de Iturbide, cabeza del Ejército Trigarante, jefe de la etapa de consumación de la Independencia y primer emperador mexicano; Guadalupe Victoria, caudillo insurgente y primer presidente de México; entrada del ejército estadounidense a la Ciudad de México que marcando el fin de la Intervención estadounidense en México y, por consiguiente, la pérdida de más de la mitad de su territorio; Santa Anna, presidente de México en once ocasiones; Batalla de Puebla, enfrentamiento armado que se llevó a cabo durante la Segunda intervención francesa; Maximiliano I de México, segundo emperador mexicano; Benito Juárez, presidente y notoria figura del periodo de la Reforma y la República Restaurada; Porfirio Díaz, militar y político cuyo periodo presidencial es conocido como el porfiriato; pintura de del ferrocarril Veracruz-Ciudad de México, «símbolo del progreso en el porfiriato»; Francisco I. Madero, iniciador de la Revolución Mexicana; Emiliano Zapata, importante caudillo revolucionario de ideas agraristas; Francisco "Pancho" Villa, importante líder revolucionario; Venustiano Carranza, promotor de la Constitución Mexicana de 1917 y ex-presidente de México; soldados de la Guerra Cristera, último gran conflicto bélico interno del país; monumento a la Expropiación Petrolera; manifestación estudiantil en la Ciudad México, parte de la Guerra Sucia y del Movimiento estudiantil de 1968 que desenvocaron en la Matanza del 2 de octubre; edificio derrumbado en la Ciudad de México durante el terremoto de 1985; elementos del Ejército mexicano en un enfrentamiento en Apatzingán, parte de la Guerra contra el Narcotráfico (actualmente en curso); familiares en protesta enfrente del "Monumento de los 43", erigido en memoria de los 43 desaparecidos de Ayotzinapa en el 2014; hospital ambulatorio instalado, medida de salud durante la Pandemia de COVID-19 (actualmente en curso).

La periodización es la división del tiempo histórico en periodos utilizando un criterio en concreto que identifica puntos de inflexión determinantes que sirvan como transición entre un periodo y otro con un desarrollo común en tiempo y ámbito determinado. El objetivo de una periodización comúnmente es darle orden a la narración de los hechos por contar y como tal tienden a presentarse como conceptos estáticos; pero en la práctica ninguna periodización no refleja fielmente a la realidad. Los criterios sobre qué hechos considerarlos como coyuntura y el criterio para ver qué tan relevantes fueron pueden diferir enormentemente entre historiadores. Según Brígida von Mentz en las periodizaciones de la historia de México siempre se utiliza como criterio los elementos de la vida pública —el Estado y sus relaciones con otras instituciones sociales en especial en los ámbitos económicos, militares y religiosos— sobre las de la vida privada, así vendrían siendo periodizaciones alineadas primordialmente a la historia política por su naturaleza; pero aquello que implica que no existan periodizaciones de, por ejemplo, la historia cultural.[4][5][6]

Tradicional

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Siguiendo la lógica de la periodización tradicional o historicista de la historia:

  • La prehistoria en América empieza hace 59.000 años,[cita requerida] con el poblamiento temprano de América, y terminaría alrededor del año 292 d. C., que coincide con el inicio del periodo clásico.
  • Empezando con las complejidades y distancias de la periodización tradicional en México, la división entre Edad de Piedra y las edades de los metales no tiene relevancia para dividir la historia mexicana en estratos históricos, ya que no hubo una repercusión radical a causa del uso de diferentes metales en Mesoamérica. Sin embargo, ya existía la minería y la fundición en la época prehispánica. Se tiene registro de que existió la recolección indígena de pepitas de oro en la región de Zacatula, Guerrero, cerca de los límites con Michoacán, mediante la recolección y el colado del sedimento de los ríos cercanos. Asimismo, se desarrolló en el estado de Michoacán el oficio de la minería, extrayendo las vetas de cobre que salían a la superficie, y la fundición, llegando a crear lingotes de cobre del largo y ancho de una mano y el espesor de dos dedos, actividades que fueron parte de la economía al alternarse con la agricultura como actividad complementaria en las temporadas de sequía. Por otro lado, también se desarrolló la extracción subterránea horizontal de cinabrio en las minas de Querétaro, como la galería de Tepalcatepec.[7]​ Otros análisis de escorias en las minas de Querétaro indican que los nativos también conocían y utilizaban la reducción de minerales sulfurados mixtos. Mientras que varias investigaciones encontraron el uso de aleaciones de bronce en la huasteca potosina y en la región purépecha, destinadas a la creación de herramientas. También, se encontraron trozos de alambre provenientes de las excavaciones en Tzin-Tzun-Tzan fabricados con una aleación de latón. Por lo tanto, se especula que en Mesoamérica se conocían y hacían aleaciones binarias de plata-cobre, cobre-estaño (bronces al estaño), cobre-arsénico (bronces arsenicales), cobre-antimonio (bronces al antimonio), cobre-plomo (cobre al plomo) y cobre-cinc (latón), mientras que la aleación de oro-plata es una aleación que se encuentra en estado nativo. De las aleaciones ternarias, conocían las de oro-plata-cobre (tumbagas) y de cobre-estaño-arsénico.[7]
  • El periodo formativo sería el equivalente a la protohistoria. Este periodo es comprendido entre el 1500 a. C. y el 292 d. C., descrito por Gordon Willey y Philip Phillips, antes del periodo clásico en el que se desarrolló el primer sistema de escritura americano por el pueblo Olmeca.[8]
  • Es difícil delimitar lo que es la Edad Antigua y la Edad Media en Mesoamérica, ya que la esclavitud era común, pero no era la base de la economía,[9]​ y tampoco se desarrolló un feudalismo precolombino, sino algo similar al modo de producción asiático. Las sociedades de la región desarrollaron características del despotismo tributario, con figuras como el esclavo (tlacotli), que solía ser un prisionero de guerra, y el siervo (mayeque) coexistiendo en el mismo estrato social.[10][11][12]
  • Por otro lado, parece que se hubiera podido desarrollar la modernidad sin interferencia europea por el peso político que artesanos y mercaderes (pochtecas) llegaron a tener respecto a otras clases sociales, siendo un posible germen de lo que habría sido el capitalista y el burgués mesoamericano. Los artesanos y los comerciantes no pagaban tributo con trabajo, pero sí en especie, los últimos no tenían la obligación de ir a la guerra y actuaban en muchas ocasiones como embajadores, diplomáticos o espías por la red de contactos que tenían a lo largo del imperio. Los pochtecas originarios de Tlatelolco contaban con ritos, ceremonias y un código jurídico y económico propio.[12]​ Sin embargo, este proceso de creación de la burguesía mesoamericana fue interrumpido por la conquista.
  • A partir de la institución del virreinato, entre 1521 y 1535 en distintas zonas de México, empezaría una Edad Media, mezcla de feudalismo con despotismo tributario. En sus inicios, este feudalismo se caracterizaba como una copia del español peninsular a través de la figura de la encomienda indiana. Luego, seguiría bajo la forma del latifundismo. Es por eso, que algunos autores proponen que la sociedad y la economía mexicana dejaron de ser feudales en el siglo XVIII, con la formación de un capitalismo preindustrial,[13]​ o que la economía dejó de ser predominantemente feudal tras la revolución de 1910 y la reforma agraria.[14]
  • La modernidad igualmente llegaría paulatinamente, a través de ideólogos que desde el siglo XVIII proponían ideas transformadoras: el reformismo juarista, intentos de reforma en 1892 y 1903 por parte de los "científicos" del Porfiriato,[15]​ la revolución de 1910 y la Constitución de 1917. Al menos entre las élites porfiristas se identifica plenamente la intención de vivir y pensar de un modo secularista, copiando rasgos de Europa.[15]​ Otros autores sitúan el fin del latifundismo con la Reforma Agraria de Lázaro Cárdenas.Tampoco el fin de la modernidad está bien definido, pudiendo abarcar desde el fin del Maximato, con el que se estabiliza y establece el Estado mexicano, hasta cuando se hace efectiva la reforma agraria.
  • La Edad Contemporánea se desarrollaría simultáneamente con el fin de la modernidad, siendo la revolución de 1910 el primer hecho histórico mexicano con rasgos contemporáneos, la constitución de 1917 su fundamento ideológico, el Maximato permitiría su implementación y la industrialización impulsada por Lázaro Cárdenas desde 1940 su consolidación como etapa histórica que continuaría hasta la actualidad.

Mexicana

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  • México prehispánico. Para hablar del origen del México prehispánico primero se tiene que indagar en las múltiples teorías del poblamiento de América para, a su vez, explicar el poblamiento del actual territorio nacional. En cuanto su datación —sin indagar demasiado de dónde provenían los grupos humanos— se disputan la teoría del poblamiento tardío (también llamado consenso Clovis) que propone que la vida en América no tendría más de 14 000 y 13 500 años y la teoría del poblamiento temprano, mucho más aceptada en la actualidad.[16]​ El consenco Clovis fue popular durante el siglo xx, hasta que se encontraron diversos yacimientos con vestigios humanos muchísimo más antiguos en el continente americano, como lo son las pinturas rupestres de Pedra Furada en Brasil, que incluso han sido señaladas con una antigüedad de hasta 59 000 años.[17][18]​ A diferencia de la historiografía tradicional europea, la prehistoria en América es usualmente dividida en tres periodos: el Arqueolítico, Cenolitíco y Protoneolítico, que terminó en el 2500 a. C.[19]​ Lo que ahora es México fue habitado por diversas civilizaciones que interactuaron en diversos grados a través del tiempo y sus territorios, considerado así como un mosaico de diversas culturas. Cabe también señalar que el territorio que actualmente comprende México ha dividido para su estudio prehispánico en tres áreas culturales (Mesoamérica, Oasisamérica y Aridoamérica), siendo la primera donde se asentaron las sociedades más complejas y la última como una zona habitada principalmente por tribus nómadas. Debido a la complejidad de la historia de Mesoamérica, al mismo tiempo se divide en tres periodos: preclásico (del 2500 a. C. al 200 d. C.), clásico (del 200 al 900) y posclásico (del 900 a 1521). De aquella época sobresalen distinguidas civilizaciones tales como la olmeca, maya, teotihuacana, totonaca, zapoteca, mixteca, tarasca, tolteca, mexica, entre otras.[20]​ Todo lo anterior terminó con el inicio de la conquista a manos de los españoles en el siglo XVI.
  • México colonial. La época virreinal fue en el territorio mexicano estuvo unido a la Corona española, parte del Imperio Español. Comprendió de 1521 a 1821, fecha en que se consumó la independencia. Fue en 1810 con la iniciación de la guerra de independencia cuando transcurrió la última y la más caótica etapa del periodo virreinal que consolidó los antecedentes de México como nación independiente.
  • México Independiente. Abarca desde la consumación de la independencia hasta nuestros días. En esta época fue cuando por primera vez se puede hablar de un Estado mexicano ya como una nación separada de España. El país se vio envuelto en diferentes conflictos —tanto internos como externos—. Cambió de forma de gobierno cuatro veces en la que transcurrió (en orden cronológico) el Primer imperio, al Primera República Federal, la República Centralista, la Segunda República Federal y el Segundo Imperio; con el triunfo liberal en 1867 y llamada República Restaurada (que abarcó hasta 1876) se adaptó la forma de gobierno que actualmente posee: república federal. Después de ello, el ascenso de Porfirio Díaz al poder en 1876 empezó un periodo conocido como el Porfiriato, mismo que duró hasta 1911 con el exilio de este; durante su desarrollo se alcanzó un gran esplendor económico, artístico, social pero también vio un retraso en la libertad política y militar destacable por la opresión de ciertos grupos que se oponían en su contra.[21]​ En 1910 inició la Revolución Mexicana, un periodo de grandes conflictos entre múltiples facciones y con distintos principios durante el transcurso de la misma: su fecha de terminación es actualmente objeto de debate entre distintos historiadores, pues la sitúan en 1917,[22][23]​ 1920[24]​ o 1924.[25]​ De cualquier forma, se conoce como periodo postrevolucionario al que se considera después de la Revolución y antes del México contemporáneo; le dio al País aspectos vigente como el fin de los caudillos militares-jefes de Gobierno, la consolidación del presidencialismo (y los sexenios), así como la estabilidad de los partidos políticos. Se le denomina México contemporáneo desde el fin de la época postrevolucionario —que en su mayoría es situada en 1940 con el fin del gobierno de Lázaro Cárdenas[26][27]​ hasta la actualidad; abarcando más de ochenta años a los distintos, ha sido protagonista de los últimos procesos recientes o actuales.

Etapa lítica

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Mapa que muestra tres hipótesis de la teoría del poblamiento temprano.

El periodo lítico o periodo arcaico a un nivel más global puede situarse dentro del Paleoamericano, periodo historiográfico de la historia de América; toma su nombre de lítico: ‘relacionado con las piedras’, en referencia a los primeros instrumentos utilizados. Equivaldría a la Prehistoria bajo la periodización clásica europea.[28]

Corresponde desde la llegada de los primeros nómadas al territorio mexicano hasta el descubrimiento de la agricultura y la instauración de las primeras sociedades agrícolas en Mesoamérica. José Luis Lorenzo Bautista a finales del siglo XX postuló la división de la etapa lítica en tres periodos: Arqueolítico, Cenolítico y Protoneolítico.[28]

Arqueolítico

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El inicio del Arqueolítico se sitúa en el 33 000 a. C.[19]​ o en el 30 000 a. C., según distintas fuentes.[28]​ Las hipótesis sobre el poblamiento de América son diversas, pero la más aceptada es que los humanos provenían desde Siberia y llegaron al continente cruzando por el estrecho de Bering, que se encontraba congelado debido al último periodo glacial o Glaciación Würm (comúnmente apodada la Edad de Hielo) en el norte del mundo.

Sea como fuese, la población que llegó al territorio eran nómadas cazadores-recolectores que se organizaron en familias o clanes poco complejos. En el día se concentraban en la caza de animales terrestres y lacustres de tamaño pequeño, así como a la recolección de frutos sencillos; durante la noche se resguardaban del medio ambiente en cuevas, donde se han encontrado los primeros instrumentos de piedra, tales como raspadores, navajas y raederas.[28]

Réplica de las pinturas rupestres de la Sierra de San Francisco en el Museo Nacional de Historia.

El descubrimiento de restos óseos de mamuts que rodean una hoguera encontrados en Cedral (al norte de San Luis Potosí) se dispute como uno de las evidencias humanas concretas más antiguas encontradas en territorio mexicano,[29]​ idea apoyada por el científico Gilberto Pérez Roldá, pero que ha sido refutada por otros como Ciprian Ardelean.[30]

Algunos de los vestigios más antiguos de restos humanos se encontraron en el valle de Tehuacán (Puebla), en la sierra de Tamaulipas, en la Cueva de La Candelaria (Coahuila),en el El Conchalito (Baja California Sur) o en la sierra de San Francisco (también en Baja California Sur),[28][31][32]​ donde destacan las pinturas rupestres de la Sierra de San Francisco, nombradas patrimonio de la Humanidad.

Cenolítico

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La fecha de inicio del Cenolítico también es controvertida, llegando a postularse algunas que varían entre el 12 000 a. C. y el 9500 a. C., aunque según el propio Lorenzo Bautista inició en la primera fecha, y a su vez, puede dividirse entre el Cenolítico Inferior (12 000-7000 a. C.) y el Cenolítico Superior (7000-5000 a. C.).[28]​ A diferencia de su etapa anterior, este periodo presenció más acontecimientos.

Lanza acanalada de proyectil, típicas de las culturas Clovis y Folsom, en el Museo Británico.

Durante gran parte del siglo XX, concretamente a partir de los años 1930, los científicos llegaron al «consenso de Clovis», que postulaba que la Cultura Clovis fueron los primeros humanos en América alrededor del 14 000 o 13 500 a. C y que de sus descendientes provinieron el resto de las civilizaciones en el continente.[33]​ No obstante, a partir de los años 1970 hubo descubrimientos de restos arqueológicos considerablemente más antiguos —incluso al sur de América, donde destaca Pedra Furada en Brasil, descubierta en 1973—, que permitió desarrollar la teoría del poblamiento temprano, que es la más aceptada hoy en día por la comunidad científica, donde descartada a los Clovis como la gente más antigua en América.[33]

La cultura Clovis se desarrolló en lo que hoy es el sur de Estados Unidos y el norte de México alrededor del X milenio a. C., que puede considerarse la primera cultura en América —aunque si bien todavía eran cazadores-recolectores— debido a que sus vestigios son uniformes, lo que significa que sus descendientes fueron los primeros que formaron familias de mayor tamaño y que se agruparon en tribus más amplias suficientes para que los arqueólogos pudieran identificarla.[34]

En México la cultura Clovis habitó principalmente en Sonora (pues de los sitios arqueológicos en el país, de alrededor de ciento sesenta, se han encontrado en ese estado ciento treinta),[34]​ cuyo mayor sitio arqueológico encontrado es El Fin del Mundo, donde se pueden encontrar gran variedad de fauna del Pleistoceno —principalmente mastodontes— y herramientas de piedras donde, además de las típicas navajas y raspadores, destacan las características puntas de piedra acanaladas de proyectil, utilizadas para la elaboración de lanzas, herramientas de mayor complejidad.[28]

La cultura que le siguió fue la cultura Folsom, que tuvo sus orígenes entre algún punto del siglo X a. C. y el siglo IX a. C. y ocuparon territorios al sur de Canadá, centro y sur de Estados Unidos y norte de México; una de las hipótesis más comunes de su origen es que eran descendientes de los Clovis.[35]​ Al igual que ellos, eran hábiles en su uso de puntas de piedra acanaladas de proyectil, otro motivo que apoya la teoría anterior.[28]​ En México los mayores sitios arqueológicos Folsom están en Puntita Negra (Nuevo León), Samalayuca (Chihuahua) y en el Cerro de Silva (San Luis Potosí).[cita requerida]

Réplica del cráneo del hombre de Tepexpan.

Ya para finales Cenolítico Inferior cabe mencionar el famoso hombre de Tepexpan encontrado en las orillas del lago de Texcoco, un esqueleto humano descubierto en 1947 y cuya antigüedad mínima sería del 8000 a. C, que destacó porque al momento de su descubrimiento se consideraba el humano más antiguo en territorio mexicano.[36]

La introducción de la agricultura propiamente dicha en territorio mexicano también ocurrió a finales del Cenolítico inferior, aproximadamente entre el 8000 y 7000 a. C.,[37]​ posicionándose como una de las primeras regiones del mundo donde floreció, junto a Mesopotamia, el valle del Indo, las costas del mar Mediterráneo y la América andina.[37]

El proceso se dio gradualmente y tardó cientos de años, además de que las plantas que se fueron domesticando tampoco se realizó simultáneamente. Kent V. Flannery encontró en Guilá Naquitz (Oaxaca) las primeras especies vegetales manipuladas por el hombre en Mesoamérica: calabaza y huaje, fechados alrededor del 7000 a. C.[37]​ Ya entrados en el Cenolítico Superior, los arqueólogos Richard MacNeish y Augustus Ledyard Smith concordaron que las especies que le siguieron fueron el chile, aguacate y chupandillo, alrededor del 6000 a. C.[37]

Protoneolítico

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El maíz y los frijoles, domesticados a inicios del Protoneolítico, se volvieron elementales para la dieta mesoamericana.

El Protoneolítico es el periodo de la Etapa Lítica más corta de todos duró entre del 5000 a. C. al 2500 a. C., por ello mismo puede considerarse como un periodo de transición económica y alimenticia.[38]

No sería alrededor el 5000 a. C. cuando se empezó a domesticar el frijol y el maíz a partir de una espiga silvestre el teocintle y que se transformó en el estado como hoy lo conocemos, además de la domesticación del guajolote.[37]

Ya con gran variedad de plantas domesticadas permitió al humano tomar control sobre la producción agrícola, lo que obligó a tener que organizarse para cuidar los cultivos por ahora más meses del año, principalmente en el valle de México.[37]​ Progresivamente los nómadas se convirtieron en sedentarios y fundaron las primeras aldeas agrícolas en Mesoamérica; mientras que los pueblos de Oasisamérica y Aridoamérica no dejaron de ser dependientes de la cacería y la recolección.[39]

Para el 2500 a. C. se puede hablar de un conjunto aldeas agrícolas que se unieron y formaron las primeras sociedades agrarias en el territorio mexicano, que dio paso del modo de producción primitivo al modo de producción esclavista en Mesoamérica, y con ello el fin de la Etapa Lítica en la historiografía mexicana.[37]

Horizontes culturales

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Oasisamérica

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Sitio de Mesa Verde (Colorado), perteneciente a la cultura anasazi. Anasazi es una palabra que en idioma navajo significa los ancestros. Se supone que los actuales indios pueblo serían descendientes de los portadores de esta cultura.

Oasisamérica fue la última de las superáreas culturales del México precolombino en desarrollarse. Es resultado de un lento proceso de introducción de las técnicas agrícolas de sus vecinos del sur los mesoamericanos. La antigüedad de la agricultura oasisamericana es debatida, pues los indicios más antiguos, encontrados en Bat Cave, Nuevo México, parecen tener entre 5000 y 3500 años de antigüedad.

Uno de los factores del tardío desarrollo de la agricultura en esta región es la carencia de agua. De hecho, nace en el corazón desértico de Aridoamérica, en los extensos territorios de Chihuahua y Sonora (México), y en Arizona, Nuevo México, Nevada, Colorado y Utah, en el suroeste de los Estados Unidos.

Fueron muchos los pueblos que habitaron la región. Por su origen lingüístico pueden ser agrupados en hablantes de taracahita, tanoano, hokano y yuto-nahua. Con base en esta diferencia lingüística y ciertas características culturales, Kirchoff estableció una división en siete áreas culturales. Con el avance de las indagaciones arqueológicas en Oasisamérica, en la actualidad se suelen considerar cinco áreas diferenciadas: Fremont, Patayana, Anasazi, Hohokam y Mogollón. De estas, las más importantes son las últimas tres, y las otras dos son periféricas y más tardías.

Aridoamérica

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A la izquierda: figurilla femenina (Zacatecas), relacionada con la Tradición de las tumbas de tiro. A la derecha: detalle de un cráneo encontrado en la cueva de La Candelaria.

Los habitantes de la región aridoamericana continuaron con su cultura nómada, pues las condiciones en las que vivían les impedía hacer otras cosas. La historia prehispánica de lo que actualmente es el norte de México está poco documentada debido a que los pueblos que ocuparon la región dejaron pocos registros físicos. La cueva de la Perra (Tamaulipas) vio la invención de la agricultura en América y contó con presencia humana desde el año 12000 a. C.[40]​ Cabe destacar que hay registros de que mantuvieron contacto con los pueblos mesoamericanos.

Hay culturas de las que sí se han encontrado un vestigio de ellas, pero estos han sido tan pocos que ha sido difícil clasificarlas y su registro es muy nulo. Un ejemplo de ello es la Tradición de las tumbas de tiro, de la que se cree que fue un rasgo que compartió una cultura en común que habitó en el sur de Aridoamérica (Jalisco, Nayarit, Michoacán y Colima); en la Antigüedad se creía que estaban esta tradición se emparentaba con los tarascos debido a su cercanía geográfica, pero en la actualidad se sabe que no es así, sino que eran una cultura aparte aridoamericana.

Sin embargo, hay otras culturas de las que su registro se conserva con mayor exactitud, como la cultura mogollón (que también habitó en Oasisamérica), los acaxees (que resultaron exterminados con la conquista española), los caxcanes (aunque su origen ciertamente es algo controvertido), los guaicuras, etc.

Aunque, cabe destacar que, al igual que pueblos mesoamericanos, hubo algunos pueblos aridoamericanos que no se terminaron de extinguir pues sus costumbres y tradiciones sobrevivieron en sus actuales descendientes y que son considerados como etnias del país. Algunos ejemplos de ello son los cuapás, cochimíes, mayos, ópatas, paipais, etc.

Paul Kirchhoff, que fue el mismo científico que creó la división de las áreas culturales, también propuso una subdivisión de Aridoamérica en varias áreas culturas, las cuales son las siguientes: Centro y Sur de California, Gran Cuenca, Noroeste de Arizona, Sur de Texas, Apachería, Norte de México, Baja California y Costa de Sonora.

Pueblos chichimecas

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Mesoamérica

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Pirámide de La Venta (Tabasco). Se considera la pirámide más antigua de Mesoamérica.

Historiadores, arquélogos y antropólogos —como Alfredo López Austin y Leonardo López Luján— toman como marcador del inicio de las civilizaciones mesoamericanas la controvertida Cerámica Pox encontrada Puerto Marqués,[nota 1]​ fechada alrededor del siglo XXIV a. C., descubierta por Charles Francis Brush.[41]​ La cerámica mesoamericana podría tener origen en el contacto entre la costa sudamericana del Pacífico y el Occidente de Mesoamérica.

Los nuevos adelantos técnicos se difundieron por toda la región, de modo que algunos siglos después se produjo cerámica en otras aldeas del Preclásico Temprano (2500 a. C.-1500 a. C.), como Chupícuaro a las orillas del río Lerma y Tlatilco a las orillas del lago de Texcoco. Durante el Preclásico Medio (siglo XIV a. C.-siglo IV a. C.) en Mesoamérica se asentó la primera gran civilización: la cultura olmeca,[nota 2]​que construyó grandes centros como La Venta (en Tabasco).

Después del ocaso olmeca tuvo lugar un florecimiento simultáneo de varios pueblos. Destaca la tradición de las tumbas de tiro, de probable influencia sudamericana según George Kubler; la cultura epiolmeca en Tres Zapotes; el florecimiento de Izapa; y el desarrollo de la cuenta larga[nota 3]​.

Al final de esta etapa, Teotihuacán se había convertido en la urbe más importante del valle de México. Durante el Clásico Temprano, su influencia se dejó sentir en toda Mesoamérica, apoyada por su poder político y comercial.[42]​ Tuvo importantes aliados, como Monte Albán en los Valles Centrales de Oaxaca. La civilización mesoamericana se extendió hacia el norte en sitios como La Quemada. Existen bastantes documentos en choltí epigráfico a partir del 292 d. C. que citan muchos aconticimientos importantes referentes al extremo meridional de Mesoamérica, que detallan las vicisitudes sociopolíticas de la región.

Del norte también llegaron influencias culturales, visibles en la cultura huasteca. El clásico fue también la época de la consolidación de la cultura maya en la península de Yucatán, la planicie de Tabasco y las tierras altas de Chiapas. Por otro lado, en los valles y montañas al norte de la sierra Madre Occidental se desarrolló la cultura Paquimé, resultado de la consolidación de la agricultura en el noroeste y del intercambio entre Mesoamérica y Oasisamérica.

Del siglo X al siglo XII, el Valle de México fue dominado por Tollan-Xicocotitlan, la capital de los toltecas. Esta ciudad estableció vínculos muy fuertes con varias regiones de Mesoamérica, pero particularmente con la península de Yucatán, donde se ubica la ciudad maya de Chichén Itzá[nota 4]​. En Oaxaca, mientras tanto, los mixtecos iniciaron un proceso expansionista que los llevó a ocupar los Valles Centrales donde habitaban los zapotecos.

En 1325 los mexicas fundaron México-Tenochtitlan[nota 5]​, capital de los mexicas. Debido a sus alianzas políticas —unión conocida como la Tripe Alianza—, los mexicas formaron el estado más extenso que conoció la Mesoamérica; sólo rivalizó con pocos pueblos como los purépechas de Tzintzuntzan o los tlaxcaltecas.

El fin de las distintas mesoamericanas se dio con el descubrimiento de América en 1492 y la llegada de los españoles a territorio mexicano en 1519. Conquistaron varios territorios desde la caída de México-Tenochtitlan en 1521; en 1535 fundaron el Virreinato de la Nueva España, que provocó el fin definitivo del México prehispánico[nota 6]​.

Cronología

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Cronología de los grandes grupos culturales mesoamericanos de la época precolombina (las fechas son aproximadas y distintos autores discrepan en torno a ellas) hasta la conquista española.

Civilización olmeca

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Los Olmecas se asentaron en la región tropical del sur de Veracruz y Tabasco. Los vestigios de la cultura Olmeca son posiblemente los más Mesoamérica, como la cabeza olmeca encontrada en el yacimiento de La Venta, Tabasco.

La civilización olmeca tuvo su desarrollo aproximadamente entre los años 1200 a. C. y 500 a. C. en la región costera del Golfo de México (actualmente Veracruz y Tabasco); Se desconoce cómo se denominaban a sí mismos, pero olmeca viene del náhuatl (nombrados así por los mexicas) y significa habitantes del país del hule. «La cultura olmeca se puede definir como la cultura madre de la América precolombina»,Mohd Ateeque,[43]​ nombre por la que es apodada.

La economía de los olmecas tuvo como base la agricultura de roza, la cual consiste en talar grandes extensiones de árboles para despejar la tierra y después sembrar; practicaban la caza y la pesca, así como, en menor medida, la recolección de frutos.[44]

Los sitios arqueológicos más sobresalientes son La Venta, en el estado de Tabasco; la San Lorenzo y Tres Zapotes. En La Venta la construcción de sus edificios es simétrica, dispuestos en un eje largo que va de norte a sur; los monumentos están colocados a los lados. Este centro ceremonial sirvió de ejemplo para el resto de las culturas mesoamericanas, pues diseños similares los percibimos en otros centros urbanos.[19]

Los sacerdotes, quienes poseían conocimientos astronómicos sobre los períodos de lluvia y los idóneos para la siembra, eran, probablemente, la clase dirigente. Algunos investigadores mexicanos han supuesto la existencia de un gobierno teocrático apoyado por la clase militar.[43]

Existen pruebas de que los olmecas utilizaban una escritura jeroglífica y desarrollaron la Rueda Calendárica, evidencia de su progreso, la cual contaba con 365 días. Realizaron diversos monumentos, como las famosas cabezas olmecas, que probablemente eran retratos de guerreros prominentes en batalla o de personajes de alta jerarquía.[20]

Esta cultura desapareció en el año 500 a. C., debido, probablemente, a un desastre natural que los obligó a dejar sus centros urbanos y, como consecuencia, desaparecer de los registros históricos.

Civilización maya

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El territorio que ocuparon los mayas fue muy grande; comprende los actuales estados de Yucatán, Campeche, Quintana Roo, parte de Chiapas y Tabasco en México; y Belice, Guatemala y Honduras en Centroamérica.

Escalitana en Takalik Abaj, ciudad con ocupación maya a partir del Preclásico Tardío.

Se considera que la civilización maya surgió en el periodo preclásico. Uno de sus primeros asentamientos fue Cuello (Belice), fechado de alrededor del siglo XXVI a. C.[45]

Los asentamientos complejos se establecieron alrededor de 1800 a. C. en la región del Soconusco (Chiapas).[nota 7]​Este periodo se caracterizó por la existencia de comunidades sedentarias y la introducción de la cerámica y figurillas de barro cocido.[47]

Ya en el Preclásico Medio, los pequeños asentamientos se convirtieron en ciudades. Nakbé (hoy en Guatemala) fue la ciudad más antigua documentada en las tierras bajas maya; estructuras de la ciudad han sido datados en torno a 750 a. C.[48]​ Para esas épocas también ya se registra el poblamiento maya de la Península de Yucatán. Una escritura desarrollada ya estaba siendo utilizado en el Petén hacia el siglo III a. C.[49]

En el Preclásico Tardío surgieron las primeras ciudades más importantes, tales como Kaminaljuyú y El Mirador (ambas en Guatemala), y otras ciudades de menor tamaño como Tikal (Guatemala) o Komchén (Yucatán). Para el siglo I a. C., la civilización maya vio un fuerte retroceso cuando la mayoría de las ciudades mayas fueron abandonadas: la causa es todavía desconocida.[50]

Palenque, Calakmul y Tikal (de arriba a bajo, respectivamente) fueron los tres ciudades más importantes del periodo clásico.

El periodo clásico mesoamericano fue el de mayor apogeo para la civilización maya. El panorama político-administrativo de la región caracterizado por múltiples ciudades-estado involucradas en una compleja red de alianzas y enemistades puede ser comparado con las del periodo de la Grecia clásica.[51]​ Las ciudades con mayor población ascendían de 50 000 a 120 000 habitantes y estaban conectadas entre sí por redes de ciudades de menor tamaño.[52]

Las ciudades mayas se vieron influenciadas, tanto de manera amistosa —como relaciones comerciales— y bélicas, por otras civilizaciones mesoamericanas asentadas en otras regiones, principalmente Teotihuacán (en el Valle de México).[53]​ El mayor ejemplo que se tiene ocurrió en 378 d. C.: un militar proveniente de Teotihuacán, Átlatl Cauac que llegó a Tikal a inicios de aquel año con el fin de instaurar una nueva dinastía en la ciudad bajo el gobierno títerede Siyaj K'ak';[54][55]​ el anterior rey de Tikal Chak Tok Ich'aak I falleció el día de su llegada, por lo que se piensa que hubo una violenta toma de poder;[56]​ al año siguiente se impuso a Yax Nuun Ayiin I como nuevo rey.[57]​ El cambio de dinastía pronto provocó que Tikal se posicionara como la mayor urbe en poder de las tierras bajas centrales.[58]​ Además, otras ciudades además que fuerte influencia en el periodo fueron Calakmul (Campeche), Dos Pilas (Petén) y Comalcalco (Tabasco), cuya particularidad es que fue construida con ladrillos y estuco de concha de ostión.

El evento caracterizado por el abandono de múltiples ciudades mayas y la migración de sus habitantes —especialmente a regiones en el norte de éste— fue nombrado el «Colapso maya», suceso que se estima que inició en el siglo iv.[53]​ Las hipótesis sobre su causa son múltiples y siguen siendo discutidas en la actualidad, no obstante diversos mayistas como Michael D. Coe han señalado que lo más probable fuera la multicausalidad de lo siguiente: conflictos internos entre los diversos entes políticos que conformaban, la sobrepoblación y la degradación de la tierra por sequías y tala rasa de zonas silvestres.[59]​ La zona maya central quedó casi deshabitada,[60]​ pues en general, las capitales y centros ceremoniales secundarios fueron abandonados en un plazo de entre cincuenta y cien años.[52]​ Los registros de los monumentos fechados de las antiguas grandes ciudades dejaron de esculpirse. Inclusive, las antiguas edificaciones reales que ocuparon las dinastías locales fueron ocupados tiempo después.

Muchos años transcurrieron para que nuevos grupos se organizaran y fundaran nuevas ciudades. De las primeras ciudades que brillaron en el posclásico fue Mayapán, que llegó a consolidarse como la sede de la Liga de Mayapán, una alianza entre distintas ciudades-estado.

El primer contacto que tuvieron los mayas con los españoles ocurrió en 1517. De 1517 a 1519 ocurrieron contactos esporádicos entre ambos debido a tres expediciones para explorar la Península de Yucatán. Destaca de aquel periodo la Batalla de Centla ocurrida en marzo de 1519.

Teotihuacán

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Enclavado a unos 50 km al noroeste de la Ciudad de México, Teotihuacan, «lugar donde los hombres se convierten en dioses», fue el enclave político y religioso más extenso de América Precolombina y la capital de la civilización que lleva su nombre.

La civilización teotihuacana se desarrolló al noreste del Valle de México entre los años 200 y 650 d. C. Estaban concentrados en una sola ciudad, alcanzando gran mérito de construcciones y también en la cultura. Los orígenes de Teotihuacán son todavía objeto de investigación entre los especialistas. Alrededor del inicio de la era cristiana, Teotihuacán era una aldea que cobraba importancia como centro de culto en la cuenca del Anáhuac. Las primeras construcciones de envergadura proceden de esa época, como muestran las excavaciones en la Pirámide de la Luna. El apogeo de la ciudad tuvo lugar durante el Periodo Clásico. En esa etapa, la ciudad fue un importante nodo comercial y político que llegó a tener una superficie de casi 21 km², con una población de 100 000 a 200 000 habitantes. La influencia de Teotihuacán se dejó sentir por todos los rumbos de Mesoamérica, como muestran los descubrimientos en ciudades como Tikal y Monte Albán, entre otros sitios que tuvieron una importante relación con los teotihuacanos. El declive de la ciudad ocurrió en el siglo VII, en un contexto marcado por inestabilidad política, rebeliones internas y cambios climatológicos que causaron un colapso en el Norte de Mesoamérica. La mayor parte de la población de la ciudad se dispersó por diversas localidades en la cuenca de México.

Se desconoce cuál era la identidad étnica de los primeros habitantes de Teotihuacán. Entre los candidatos se encuentran los totonacos, los nahuas y los pueblos de idioma otomangue, particularmente los otomíes. Las hipótesis más recientes apuntan a que Teotihuacán fue una urbe cosmopolita en cuyo florecimiento se vieron involucrados grupos de diverso origen étnico, como muestran los descubrimientos en el barrio zapoteco de la ciudad y la presencia de objetos provenientes de otras regiones de Mesoamérica, sobre todo de la región del Golfo y del área maya.

Teotihuacán ha sido motivo de interés para las sociedades posteriores al declive de la cultura teotihuacana en Mesoamérica. Sus ruinas han sido exploradas desde la época prehispánica, entre otros, por los toltecas y los mexicas. El descubrimiento de objetos teotihuacanos en los yacimientos arqueológicos de Tula y el Templo Mayor de México-Tenochtitlan así lo confirma. En la mitología nahua posclásica, la ciudad aparece como el escenario de mitos fundamentales como la leyenda de los Soles de los mexicas.

Actualmente, los restos de Teotihuacán constituyen la zona de monumentos arqueológicos con mayor afluencia de turistas en México, por encima de Chichén Itzá, El Tajín y Monte Albán. Las excavaciones arqueológicas en Teotihuacán continúan hasta nuestros días, y han dado como resultado un paulatino incremento en la calidad y cantidad del conocimiento que se tiene sobre esta ciudad.

Civilización zapoteca

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Civilización huasteca

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Civilización totonaca

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Arriba: Pirámide de los nichos en El Tajín. Abajo: vista de Cempoala, ciudad originalmente habitada por totonacas.

La cultura totonaca se asentó principalmente en las costas del golfo de México, en lo que hoy Veracruz y el norte de Puebla, que se caracterizaba por la fertilidad de sus tierras. En su origen prosperó simultáneamente y por influencia de Teotihuacán a finales del Clásico, pero se extendió hasta la llegada de los españoles, ya un etapa de declive. El Tajín fue por excelencia su capital y ciudad más poblada, fundada en el siglo iv y alcanzó su máximo esplendor entre los años 800 y 1200, entre el Clásico Tardío y el Posclásico Temprano.[61]

Su origen, al igual que múltiples civilizaciones mesoamericanas, es desconocido. Su lengua estaba agrupada en la familia totonaca-tepehuas, y algunos lingüistas la emparentan con la familia mixezoqueana bajo una gran macro-familia denominada «lenguas totozoqueanas», por lo que algunos señalizan su origen como migrantes provenientes desde el Istmo de Tehuantepec; no obstante, también hay otros que afirman que su origen étnico estaba emparentado con los mayas.[62]

Debido a su situación geográfica, tuvieron fama de ser libertinos y propensos a la debida.[62]

Sus creencias religiosas son todavía un misterio, pero se sabe que le rendían a los astros como el Sol y la Luna, así como a otros elementos de la naturaleza como el viento.[62]​ Entre sus restos arqueológicos se encuentran tumbas con formas de montículos funerarios.[62]

Civilización mixteca

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Civilización tolteca

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Atlantes del Templo de Tlahuizcalpantecuhtli en Tollan-Xicocotitlan.

En el siglo VIII comenzó la decadencia de Teotihuacán, que cedió su lugar a numerosos estados hostiles entre sí que dominaron cada uno regiones clave para la economía mesoamericana. Por el siglo X d. C., estos estados habían perdido su fuerza, al mismo tiempo en que llegaron del desierto las primeras tribus chichimecas. En el noroeste, los pueblos oasisamericanos se diferenciaron definitivamente del conjunto de Aridoamérica, y crearon una civilización propia cuyos vestigios más importantes en territorio mexicano se localizan en Paquimé.

Durante los siglos X al XII, el centro de México fue dominado por Tula, la capital de los toltecas. Esta ciudad estableció vínculos muy fuertes con varias regiones de Mesoamérica, pero particularmente con la península de Yucatán, donde se ubica la ciudad maya de Chichén Itzá. En Oaxaca, mientras tanto, los mixtecos iniciaron un proceso expansionista que los llevó a ocupar los Valles Centrales donde habitaban los zapotecos. En 1325 los mexicas fundaron Tenochtitlán, la capital del estado más extenso que conoció la Mesoamérica prehispánica, que sólo rivalizó con los purépechas de Tzintzuntzan.

Civilización purépecha o tarasca

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Lago de Pátzcuaro, zona de asentamiento tarasco.

La cultura que se desarrolló en lo que hoy es el estado de Michoacán y partes de Guanajuato, Jalisco e inclusive Guerrero se le conoce tanto tarasca como purépecha[nota 8]​.

Aún en la actualidad su origen sigue siendo un misterio[63]​; además, algunas de sus características distan de otros pueblos mesoamericanos —por lo que contribuye con la incertidumbre de su origen—: su lengua no está emparentada con ninguna otra lengua (por lo que se considera una lengua aislada), fueron los únicos que produjeron armas metálicas y desarrollaron un sistema de numeración único quinario (con base en el cinco); las hipótesis sobre su origen afirman que pudo provenir de la América andina, pero lo cierto es que todo es muy incierto.

Historia
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Pirámide en Tzintzuntzan, capital del Imperio tarasco.

Los primeros tarascos se asentaron en el lago de Pátzcuaro a principios del siglo xii y se combinaron con las etnias que ahí ya estaban habitadas; cabe destacar que los españoles con los primeros contactos de estos pueblos utilizaron el término «uacúsecha» para referirse a los primeros habitantes de la región[64]​. Poco a poco se sincretizaron sus costumbres en una sola civilización que fue la homogeneizadora de la región.

Alrededor de 1400 Tariácuri consiguió la unificación política de todos los pueblos de alrededor del lago de Pátzcuaro fundando el Imperio tarasco. Tras su muerte, se dividió administrativamente en tres[nota 9]​: Pátzcuaro (al mando de Hiquingare, hijo de Tariácuri), Ihuatzio y Tzintzuntzan (al mendo de Hiripan y Tangaxoan respectivamente, ambos primos del anterior)[63]​.

En los siguientes años Tzintzuntzan se fue concentrando como la ciudad de mayor poderío tarasco y Tzitzipandácuri, hijo de Tangaxoan, adquirió pleno control sobre las otras dos regiones. De este episodio cabe destacar un intento de conquista por parte del Imperio mexica a manos del huei tlatoani Axayácatl; en los siguientes años su rivalidad se fue agudizando, especialmente por el hecho de que ambos tenían el poder militar mutuo de no conquistarse el uno al otro y que terminaría hasta la conquista por parte de los españoles muchos años después.

Por causas que se desconocen, hubo un proceso de división del Imperio, provocando cacicazgos que eran gobernados de una forma aún más independientes (como lo había sido en sus orígenes) causando una fragmentación del gran poderío unificador[65]​. Precisamente con la llegada de los españoles a aquellos territorios a partir 1521[66]​ fue una de las causas que contribuyeron a su rápida conquista.

Derecha: glifo de «Michhuahcan» (‘tierra del pescado’), nombre de la región denominada por los mexicas. Izquierda: deidad tarasca sin identificar.
Sociedad
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El Imperio tarasco obtuvo su máximo esplendor en los años siguientes bajo este sistema:

  • Se considera que durante aquel periodo el gobierno estaba encabezado por el Caltzonzin, o sea, el emperador (cuya sucesión era hereditaria y vitalicia) que además tenía deberes religiosos como el máximo sacerdote y se consideraba la encarnación del dios Curicaueri.
  • La nobleza era quien auxiliaba al emperador (pues su sistema tenía ciertas semejanzas, hasta cierto punto, con el federalismo) en índoles militares, religiosas y económicas, principalmente la administración comercial.
  • La clase media estaba conformada por los campesinos, cazadores, y artesanos, cuyo trabajo constituía propiamente los pilares de la sociedad.
  • Al final de la estructura social se encontraba el grupo de los esclavos, conformado por los habitantes de todas las regiones conquistadas.[nota 10]
Religión
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Su religión —al igual que el resto de los pueblos mesoamericanos— era politeísta. Su principal dios era Curicaueri (que significa ‘Gran Fuego’), el cual era el dios del fuego. Otras deidades fueron:

  • Tirípeme, dios de la lluvia;
  • Cuerauáperi (‘La que hace nacer’), diosa de la luna y la fertilidad considerada la «madre creadora» y con diversas advocaciones como la de la «Luna Nueva»;
  • Thiuime, dios de la muerte;
  • Tzintzuni, dios de la guerra; y Tacúcpacha, dios del cielo.[67]
Arquitectura
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Yácatas en Tzintzuntzan.

Su arquitectura, sin embargo, tiene pocos vestigios en la actualidad, además de que el número de edificaciones fue muchísimo menor que otras civilizaciones; de cualquier forma, cabe destacar que aunque sus registros materiales no son tan numerosos su extensión sí fue grande, pues se han encontrado vestigios de su civilización en lugares muy alejados del área de influencia michoacana como en lo que hoy es Celaya y Yuriria, ambas en Guanajuato.

Se destacó principalmente por las «yácatas» como basamento de sus templos, estas se construían con núcleos de tierra y tenían hasta cinco muros superpuestos con lajas de piedra; también se cree que pudieron servir también para viviendas o entierros[65]​.

Arte
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Lanzas de bronce y objetos varios metálicos.

En el ámbito cultural, destacaron tanto por sus artesanías (principalmente por sus cerámicas) y en la alfarería decorada al negativo, es decir, la aplicación de diferentes dibujos pintados que se delimitaban con cera, la cual era posteriormente derretida. Los metales que más utilizaron fueron la plata, oro, cobre o aleaciones de estos dos últimos[65]​; no solo fabricaron no solo objetos ornamentales con los materiales —a diferencia de las otras culturas—, sino también todo tipo de armas, cinceles, anzuelos y hachas.

Civilización mexica y la Triple Alianza

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Mapa de los reinos y señoríos en México antes de la conquista española. Ampliar para ver.
Moctezuma Xocoyotzin, huey tlatoani de México-Tenochtitlán entre 1502 y 1520.
Historia
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Según el mito de fundación de Tenochtitlán ocurre en el año de 1325, cuando los mexicas provenientes de Aztlán (‘Lugar de Garzas’) emigran hacia el sur de América en busca de la tierra prometida por su dios Huitzilopochtli quien les ordenó fundar una ciudad en donde encontraran un águila posada sobre un nopal devorando una serpiente.[19]

El 13 de marzo de 1325 los aztecas llegaron a lo que hoy se conoce como el Valle de México, (algunos historiadores dicen que vieron la señal y fundaron México-Tenochtitlan). Entraron al Valle de México llegaron en lo que actualmente es el Bosque de Chapultepec, donde residieron hasta que en una nueva expedición al centro del valle encontraron, el 18 de julio de 1325, en un islote rodeado de agua, una penca donde se encontraba un nopal y sobre el nopal un águila devorando una serpiente. Fue allí donde fundaron la Gran Tenochtitlan, ciudad y capital del imperio mexica.

A la víspera de la llegada de los conquistadores españoles a Tenochtitlan en 1519, el también llamado imperio mexica se extendía desde el Valle de México hacia las costas del Pacífico y del Golfo de México y desde Querétaro en el norte hasta Oaxaca en el Sur, incluyendo áreas de influencia en Chiapas y Guatemala. Este dominio sobre una gran extensión territorial se apoyaba en el poder militar y económico que los mexicas ejercían por medio de sus ejércitos y los tributos que exigían a los pueblos y señoríos conquistados. No obstante, los mexicas no lograron someter del todo a los pueblos huasteco, totonaca y tlaxcalteca.

A la postre estos pueblos en alianza con los conquistadores españoles y otros pueblos sometidos lograrían doblegar el poderío militar del Imperio Mexica durante el sitio y toma de Tenochtitlan en 1521. Victoria militar que abrió paso a un nuevo orden económico y social durante el largo periodo de conquista de México.

Sociedad
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El mayor gobernante dentro de los mexicas era llamado huey tlatoani (que significa ‘el que habla’). Los calpulli era un grupo social que relacionaba a varias familias a través de algún ancestro común.

La educación se consideraba obligatoria durante la infancia y parte de la adolescencia. Había dos tipos de escuela: telpochcalli (para los de estratos menores, donde se concentraba en estudios principalmente prácticos y militares) y calmécac (para los de estratos mayores, en los que se eseñanban conocimientos más especializados como escritura, astronomía, teología y liderazgo).

Conquista

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Hernán Cortés.

Esta sección del artículo trata sobre el sometimiento de los diversos pueblos indígenas por parte de los españoles, ya que en las respectivas secciones de las civilizaciones mesoamericanas no se indagó a profundidad. Pasaron catorce años desde la caída de Tenochtitlan hasta el establecimiento del virreinato de Nueva España. Además, cabe destacar que incluso con la fundación del Virreinato había muchos territorios que faltaban aún por anexarse, territorios que no habían sido totalmente sometidos (especialmente por su geografía) y zonas reclamadas en las que de facto no se ejercía un verdadero control, situación contribuida por los primeros dos puntos.

En ese tiempo, el gobierno quedó primero a cargo de Hernán Cortés, que se autoproclamó Capitán General de Nueva España. Luego fueron nombradas las Reales Audiencias de México, dependientes de la Corona de Castilla, con el propósito de realizar una mejor administración del virreinato.

Virreinato de Nueva España

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Bandera (Cruz de Borgoña) y escudo de Nueva España: izquierda y derecha, respectivamente.

El virreinato fue establecido en 1535 y terminó en 1821 con la independencia por parte de España. Debido a que fue un periodo que abarcó alrededor de tres siglos en las que las características de éste fueron poco cambiantes alrededor del tiempo, la sección se desarrollará divida en distintos ámbitos donde se exploraran todas las índoles de este ente.

Política

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Su primer virrey fue Antonio de Mendoza y Pacheco. En su historia, la Nueva España fue regida por 62 virreyes de diferente importancia histórica, entre los que destacan Antonio María de Bucareli (1771-1779) y Fray Payo Enríquez de Rivera (1672-1680).

Sociedad

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Castas

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De espanol y India mujer, mestiza. Miguel Cabrera, 1763

La sociedad novohispana estaba fuertemente segmentada: estaba dividida en vasallos del rey y castas. Los primeros eran los españoles, los criollos y los indios. Las castas estaban formadas a partir de la codificación acerca de las relaciones entre los grupos étnicos. se permitió el intercambio cultural y el mestizaje biológico, sí había una definición de la posición que una persona ocupaba en la escala social de acuerdo con una supuesta mezcla de sangres. Mientras más sangre española, mejor posición, sobre todo si los hijos eran de matrimonio. Los españoles peninsulares, o sea los venidos de la península, llamados despectivamente gachupines, ocupaban las posiciones de privilegio.

México también fue el punto de origen de la inmigración y colonización de Filipinas. La migración no fue solo de españoles, mexicanos y peruanos a Filipinas, sino también de filipinos hacia México; Guerrero, que es un estado en el oeste de México, tiene una alta concentración de filipinos. El comercio coadyuvó al florecimiento de estos puertos, de la Ciudad de México y de las regiones intermedias entre ambos.

El imperio español introdujo esclavos africanos para explotar en industrias diversas.[68]

Religión

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Catedral metropolitana de la Ciudad de México.

El proceso de evangelización consistió en la imposición de las creencias de la Iglesia católica sobre las distintas regiones originarias del territorio. Se puede considerar que hubo órdenes religiosas que se introdujeron a Nueva España: franciscanos, jesuitas, carmelitas, agustinos y dominicos. El proceso de sincretízación fue primordial para formar la identidad novohispana y se obtuvo a través del sometimiento (en sus orígenes) y posteriormente a voluntad (con el paso del tiempo y respetando ciertos privilegios entre los primeros que se adoptaron al nuevo orden).

Economía

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Entre las principales actividades económicas se puede identificar la agricultura, ganadería, comercio y minería, siendo esta última una de las más importantes debido a las grandes proporciones de dinero que se manejaban.

Agricultura y ganadería

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Indio que recoge la Cochinilla con una colita de Venado, dibujo coloreado sobre vitela.

La agricultura no era considerada la principal actividad en Nueva España, pues con el descubrimiento de numerosos yacimientos minerales, lo era la minería. Se podría considerar que la demanda de producción era únicamente para satisfacer las necesidades alimenticias de la población. Ocurrió un proceso de sometimiento de las poblaciones indígenas, en las que los peninsulares explotaron a los indígenas a trabajar en las secciones de tierras que confiscaban para su beneficio.

La agricultura tradicional sufrió una serie de cambios:

  • Durante los primeros años de la colonia, los indígenas siguieron sembrando de manera tradicional sus antiquísimas plantas (principalmente maíz, frijol, calabaza y chile). Poco después, los españoles introdujeron nuevas especies para entonces desconocidas en América, tales como el arroz, la caña de azúcar, trigo, árboles frutales (principalmente de manzana, peras y naranjas), cebolla y ajo.
  • Además, los nativos no estaban acostumbrados a la ganadería (debido a la ausencia de tales especies en el territorio) y se tuvieron que adoptar a las nuevas técnicas —incluso de agricultura— como el uso de la rueda, el arado con punta de acero y los animales de tiro (buey) y carga (caballo y asno, principalmente).

Con el tiempo también se implementó el monocultivo, es decir, en territorios donde antiguamente había cierta diversidad en las plantaciones, se restringió a únicamente una especie bajo ciertas secciones. En la actualidad —como producto de aquella herencia— se han producido daños ecológicos debido a las afecciones ambientales por tales prácticas; un ejemplo de ello es la producción de palma de aceite en Chiapas.[69]

Minería

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El descubrimiento de nuevos yacimientos de distintos minerales en el centro y norte del territorio (desde Sonora hasta el sur de la provincia de México) permitió que gradualmente la Nueva España ocupara el lugar de privilegio, especialmente en la extracción de plata. La minería permitió el desarrollo de otras actividades asociadas, especialmente los obrajes y la agricultura, que convirtieron a las regiones del Bajío o los valles de México y Puebla en prósperas regiones agrícolas y de actividad industrial incipiente.

Comercio

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El comercio del virreinato era realizado a través de dos puertos, Veracruz en el golfo; y Acapulco en el Pacífico, a este llegaba la Nao de China, una nave que transportaba productos de las islas Filipinas a la Nueva España y de ahí a la metrópoli. Filipinas dependía particularmente de México para su sustento y, por lo tanto, la mayoría de los colonos enviados a Filipinas eran mexicanos, no españoles[nota 11]​. Su colonización tampoco era rentable debido a las guerras, por lo que el territorio estaba subsidiado por plata mexicana. Fue una empresa más difícil compara los españoles en España, ya que España no estaba sola en las cruzadas contra turcos y marroquíes en Europa y el Mediterráneo, ya que tenía aliados como Portugal, Francia e Italia.[71]​ Mientras tanto, Filipinas era el único territorio de mayoría católica en Asia.[72]​ Filipinas estaba rodeada por China, el país budista más grande, y por Indonesia, el país musulmán más grande,[73]​ y un imperio hostil de Japón, pero aun así se defendió con la ayuda de México. Un logro mucho más grandioso que la guerra de España contra los otomanos en Europa y Mar Mediterráneo.

Cabe señalar que hasta finales del siglo XVIII, con la introducción de las reformas borbónicas, el comercio entre los virreinatos no estaba permitido.

Guerra de Independencia

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Antecedentes

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Uno de los pretextos tomados por los criollos para reclamar la independencia de los virreinatos fue la ocupación de España por Napoleón Bonaparte y las tropas francesas en 1808. En varias partes de América Latina tuvieron lugar rebeliones independentistas, algunas más exitosas que otras. México no fue la excepción. Los primeros intentos separatistas de Nueva España corresponden los hechos ocurridos durante la Crisis política de 1808 en México, se formó una Junta de Gobierno la cual contaba con cierta simpatía del virrey José de Iturrigaray, pero un golpe de Estado realizado por Gabriel de Yermo depuso al virrey y a consecuencia se encarceló a los promotores de la junta: Melchor de Talamantes, Juan Francisco Azcárate y Lezama, Francisco Primo de Verdad y Ramos y José Antonio de Cristo. La Real Audiencia, que favorecía a los golpistas, nombró a Pedro de Garibay como virrey interino y toda idea de separatismo fue sofocada. Las reuniones entre criollos continuaron, pues la inconformidad con su situación secundaria en la sociedad novohispana y la ocupación francesa de la metrópoli eran la oportunidad para conseguir un gobierno local. El siguiente intento por establecer un congreso independiente y autónomo fue la Conjura de Valladolid en 1809, pero fue descubierta y sus miembros fueron procesados.

La conspiración de Querétaro sería finalmente la que desataría la revolución de Independencia de México. En la conspiración participaron, entre otros, los corregidores de la ciudad de Querétaro, Josefa Ortiz de Domínguez y Miguel Domínguez; Ignacio Allende y Juan Aldama y el cura Miguel Hidalgo.

Iniciación

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Miguel Hidalgo y Costilla. Iniciador de la Independencia, es considerado Padre de la Patria en México.

Hidalgo dio el llamado Grito en el que promovía la insurrección en el pueblo de Dolores, Guanajuato, el 16 de septiembre de 1810.

El 16 de septiembre de 1810 es la fecha que marca el inicio del movimiento armado, dirigido por Miguel Hidalgo y Costilla; quien fuera un simple sacerdote, logró movilizar a una gran parte del pueblo mexicano con lo que se conoce como El Grito de Dolores, ya que hizo un llamado a los habitantes de La Nueva España en el atrio de la parroquia de Dolores. Cabe especificar que, ya que ningún testigo directo llegó a escribir las palabras textuales proclamadas aquel día, hay muchas versiones que rondan entre cosas diferentes; sin embargo, entre las más antiguas se encuentran las siguientes:

¡Viva nuestra madre santísima de Guadalupe!, ¡viva Fernando VII y muera el mal gobierno!
¡Viva la América!, ¡viva Fernando VII!, ¡viva la religión y mueran los gachupines!
Versiones de Manuel Abad y Queipo (derecha) y Diego de Bringas (izquierda), ambos en 1810

En 1811, tras varias victorias, entre las que destacan la toma de Guanajuato, Valladolid, y la derrota que propinaron a las tropas realistas en Cerro de las Cruces, a tiro de piedra de la Ciudad de México, el ejército insurgente se retiró hacia occidente. Fue derrotado en la Batalla del Puente de Calderón por Félix María Calleja, a la postre virrey novohispano. Las tropas realistas persiguieron a las de la insurgencia hasta apresarlas en Acatita de Baján, Coahuila. Los líderes fueron fusilados en la ciudad de Chihuahua y sus cabezas trasladadas a Guanajuato para exhibidas en las cuatro esquinas de la Alhóndiga de Granaditas.

Organización

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José María Morelos y Pavón, militar de la guerra de Independencia de México.

Para este tiempo, la insurgencia se había hecho fuerte en el sur de la intendencia de México. Al frente de la tropa se hallaba el cura y Generalísimo José María Morelos, quien había recibido la orden directa de Hidalgo de encabezar la revolución en la Sierra Madre del Sur. Entre los triunfos más sonados de Morelos y su ejército, del que formaban parte, entre otros, Mariano Matamoros, los hermanos Galeana y los hermanos Bravo), se encuentra el sitio de Cuautla, que fue roto tras casi un año de asedio realista. Morelos convocó al primer congreso americano en 1813, en Chilpancingo, al que acudieron diputados de las diferentes provincias, los cuales firmaron el Acta de Independencia de la América Septentrional y promulgaron la Constitución de Apatzingán un año más tarde, sobre la base del documento escrito por Morelos, intitulado Sentimientos de la Nación, el Generalísimo, que había rechazado ese título, se hizo llamar Siervo de la Nación.

Cuando Bonaparte y los franceses se retiraron de España y regresó el rey Fernando VII, envió refuerzos a Nueva España y los realistas terminaron por minar la capacidad bélica del ejército insurgente. Morelos fue derrotado en la Batalla de Temalaca, Puebla y conducido a la Ciudad de México, donde fue enjuiciado, degradado y excomulgado. Finalmente, fue fusilado en San Cristóbal Ecatepec, que hoy se llama Ecatepec de Morelos en su memoria, el 22 de diciembre de 1815.

Resistencia

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A esas alturas, el ejército insurgente había entrado en una fase francamente defensiva. Habían sido fusilados Matamoros y Morelos, muertos en combate fueron algunos de los Galeana (no todos: Pablo siguió combatiendo a los realistas en Zacatula, hasta 1822, cuando Vicente Guerrero le mandó a avisar que la guerra había terminado un año antes). Los únicos frentes fuertes eran el veracruzano, al mando de Guadalupe Victoria, y el de Vicente Guerrero, en el sur de México. Vicente Guerrero tenía entre sus formidables fuerzas, filipinos, entre los cuales se encontraba General Isidoro Montes de Oca, quien en la batalla de Tamo Hacienda derrotó a las fuerzas realistas cuatro veces su tamaño. La participación filipina tuvo precursores anteriores cuando Ramón Fabié, nacido en Manila, apoyó al padre Manuel Hidalgo en su revuelta contra España. En el norte, la campaña relámpago de Pedro Moreno y Francisco Xavier Mina, joven español de ideas liberales, había concluido desastrosamente, a pesar de sus triunfos iniciales.

De esta manera, la revolución popular de independencia mexicana se hallaba muy lejos del triunfo. El virrey Apodaca había ofrecido indulto a los insurgentes, lo que minó el ejército en resistencia. La oferta llegó a Guerrero por conducto de su padre, y la rechazó con la famosa frase la Patria es primero, que hoy está escrita con letras de oro en el Palacio Legislativo de San Lázaro.

Consumación

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Entrada del Ejército Trigarante en la Ciudad de México.

Mientras tanto, en España, en 1820 un pronunciamiento militar dio inicio al llamado trienio liberal, durante el cual se restablecieron la Constitución y los decretos de Cádiz. La élite novohispana estaba en contra de esa ideología por lo que se decidió por la Independencia.

En las Conspiraciones de la Profesa se encargó a Agustín de Iturbide encabezar la tarea. Este selló un pacto con Guerrero, jefe de los insurgentes surianos, en compañía de quien promulgó el Plan de Iguala en 1821.

Poco tiempo después, llegó Juan O'Donojú el nuevo Jefe político superior y Capitán general de Nueva España, mal denominado el último virrey, quien firmó con Iturbide los Tratados de Córdoba en agosto y aceptó firmar el acta de independencia de México el 27 de septiembre de 1821.

Primer Imperio

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Primera y segunda regencias

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Sello utilizado por las regencias del Primer Imperio.

El 28 de septiembre de 1821 se formó la primera Regencia del Imperio Mexicano para suplir el poder ejecutivo de la nueva nación; estaba conformada por un presidente y cuatro consejeros: Agustín de Iturbide (presidente), Juan O'Donojú, Manuel de la Bárcena, José Isidro Yáñez y Manuel Velázquez de León y Pérez. También el mismo día, se formó la Junta Provisional Gubernativa para servir como sede del legislativo; su presidente era José María Fagoaga. Pocos días después, el 8 de octubre, O'Donojú falleció y fue suplido por Antonio Pérez Martínez y Robles.

El 13 de febrero de 1822, España rechazó los Tratados de Córdoba y por consiguiente, se negó a aceptar la independencia del nuevo país y mandar a un monarca para gobernar México.[74]​ El 24 de febrero de 1822 se instaló «Congreso Constituyente del Imperio», aún sin saber de las noticias anteriores, que consistía de ciento un diputados; nombraron como presidente del Congreso a Carlos María de Bustamante.[75]

Cuando llegaron las noticias a la capital del país, el Congreso y la Regencia entraron en conflicto casi de inmediato, pues el primero se había proclamado «único representante de la soberanía nacional». Luego de un conflicto interno breve, se relegaron los poderes del gobierno provisional: el poder ejecutivo a la Regencia, el legislativo al Congreso y el poder a los tribunales del Imperio.

A principios de marzo de 1822 las tensiones entre el Congreso y la Regencia (liderada por Agustín de Iturbide) se volvieron cada vez más evidentes cuando estos discutían sobre el número apropiado de efectivos del Ejército Imperial y la acusación de Iturbide sobre ser un traidor; al final, se solucionaron ambos asuntos después de varias discusiones.

Mientras hubo discusiones políticas, una contrarrevolución española había iniciado al sureste de la capital. Sin embargo, se nombró a Anastasio Bustamante al mando de cuatrocientos hombres para apagar ese levantamiento. Esta pudo ser apagada cuando los hombres de Bustamante contuvieron el movimiento español en Cuatla que había salido de Texcoco.

Retrato de Agustín de Iturbide.

Cuando resultaron victoriosos, el Congreso felicitó a la Regencia, sin embargo, se llegó al consenso de reformar esta última con el cambio de tres de sus integrantes. El 11 de abril del mismo año se disolvió la regencia y se transformó en la «Segunda Regencia del Imperio». Los miembros fueron Agustín de Iturbide (presidente), José Isidro Yáñez, Miguel Valentín y Tamayo, Manuel de Heras Soto y Nicolás Bravo, siendo integrados estos últimos tres en reemplazo de los anteriores.

A principios de mayo de 1822 las tensiones entre el Congreso y la Regencia se habían vuelto a presentar. Durante una lectura de un documento en una sesión del Congreso, se había filtrado en el mismo un enunciado donde se mencionaba que se debía de adoptar un «sistema republicano parecido a la de otros países que habían logrado su independencia de España»;[76]​ esto rompía con lo acordado en los Tratados de Córdoba que establecía que en el caso de que los aspirantes españoles a la corona mexicana la rechazaran (cosa que había ocurrido hacía unos meses), el congreso debía de nombrar a un nuevo monarca, sin especificar si este podía ser europeo o mexicano; los diputados sospecharon que esto había sido causado por Bravo, por lo que se hizo evidente que ya no apoyaba a Iturbide.

Además, la división del Ejército Imperial también se había hecho evidente: entre los generales que apoyaban a Iturbide se encontraban Anastasio Bustamante, Antonio López de Santa Anna y Luis Quintanar; entre los generales que estaban en contra de este destacaban Miguel Barragán, Guadalupe Victoria, Pedro Celestino Negrete, Nicolás Bravo y Vicente Guerrero.[77]

Durante los siguientes días, la división tanto política como militar se había hecho más que evidente en el país. Todos estaban divididos entre los monárquicos, que seguían aspirando que se cumpliera lo acordado en los Tratados de Córdoba, los que sospechaban que apoyaban a Iturbide para ser el nuevo emperador, y los republicanos, que simpatizaban con la idea de adoptar la otra forma de gobierno para tener el poder de decidir a sus gobernantes. Cabe destacar que, la mayoría de los republicanos formaban parte de una secta masónica; en una reunión de la misma, se había explorado la idea de levantarse en armas en contra de Iturbide para impedir su posible ascenso al trono: mismos noticias que luego llegaron a Iturbide.

Arriba: proclamación de Iturbide en la noche del 18 de mayo de 1822. Abajo: alegoría de la coronación de Agustín I.

En la noche del 18 de mayo de 1822, un grupo de soldados simpatizantes de Iturbide comenzaron a vitorear en la capital del país; el sargento Pío Marcha hizo tomar las armas a la tropa de su cuartel. El grupo se lanzó a la calle proclamando a Iturbide como «Agustín I»; parte de la población se unió al grupo. El coronel Rivero irrumpió en el teatro e Iturbide proclamó que el pueblo y guarnición lo habían «nombrado emperador»: misma afirmación que tuvo un gran recibimiento entre los habitantes de la ciudad, pues a nadie le había disgustado la idea.[78]​ A la mañana siguiente, el 19 de mayo, Iturbide declaró que el pueblo y ejército de la capital ya habían «tomado partido» y que correspondía al resto de la nación aprobarlo o no; aunque, también llamó a la calma para que nadie se levantara en armas pues le correspondía al Congreso la elección la representación legal de la nación.

Ante tal situación, el Congreso se vio obligado a tener una sesión extraordinaria instantánea. Junto a un séquito de seguidores suyos de diversas índoles, Iturbide se presentó a ésta, cuando fue llamado; aquello obligó al Congreso a hacer una «reunión pública». Los diputados recurrieron a discutir el asunto en medio de gritos donde expresaban sus opiniones, pero al final decidieron votar una vez que habían acordado que serían los futuros resultados serían definitivos y que no se ocupaba la notificación a las provincias. Votaron, e Iturbide ganó con 67 sufragios contra 15: tal decisión no había sido definitiva, pues ocupaba el total de votos de los diputados (pues no había asistido todo el Congreso por la falta de anticipación); sin embargo, al día siguiente votaron los restantes y fue ratificada su victoria.

Gobierno de Agustín de Iturbide

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Antes del Plan de Casa Mata

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Se organizaron los preparativos para la administración del nuevo imperio: el discurso que proclamaría en su coronación, el orden de sucesión del trono, los miembros y tratamientos de la Familia Real, las condecoraciones, grados y títulos que podría nombrar el emperador, etc.[79]​ El 21 de julio de 1822 Agustín de Iturbide fue coronado en la Catedral Metropolitana como «emperador constitucional de México» bajo el título de «Agustín I».

Después de su proclamación como emperador las situación interna no se sosegó: algunos antiguos partidarios de los Tratados de Córdoba se sintieron defraudados por no tener a un príncipe europeo como emperador; y dentro del Congreso seguía habiendo la inquietud de la posibilidad de establecer una república.

División administrativa: mayor extensión territorial que poseyó el país como nación independiente. Dar clic para ampliarlo.

El 26 de agosto de 1822 Iturbide mandó a arrestar alrededor de veinte diputados, pues estos conspiraban en su contra; el Congreso le reclamó por ello, sin embargo, pidió calma y dijo que el arresto había sido legal a cusa de conspiración y que esperaría la resolución de los tribunales.

Además, al día siguiente, Iturbide recibió una misiva del general De la Garza junto a autoridades políticas y clericales locales de la provincia de Nuevo Santander en la que apoyaban las quejas del Congreso: Iturbide lo consideró como sublevación, mandó al general Zenón Fernández a abatir el movimiento y le dio Manuel Gómez Pedraza el mando de la región; se arrestó a De la Garza, al mismo tiempo en la que varios exdiputados estaban arrestados.

El 27 de septiembre de 1822, Lorenzo de Zavala propuso reformar al Congreso debido a la poca equidad en la representación de las provincias; sin embargo, tal propuesto fue rechazada poco después.

Ya para esas fechas se habían unido como provincias gran parte de los antiguos territorios que se habían independizado de España simultáneamente que México. Estas anexiones se habían hecho a voluntad desde finales de 1821 por lo atractivo que resultaba para ellas una monarquía moderada en América y lo conveniente que era unirse a la nueva nación. En total se unieron cinco países centroamericanos como provincias: Guatemala, Honduras, El Salvador, Nicaragua y Costa Rica.

De arriba abajo: bandera y escudo utilizados durante el Primer Imperio.[nota 12]

El 31 de octubre de 1822 Iturbide decretó la anulación del Congreso considerando su labor únicamente como «utópica»; esto se consideró muy impopular entre los diputados republicanismos. Dos días después, el 2 de noviembre de 1822 se creó la Junta Nacional Instituyente como reemplazo del poder legislativo que había sido revocado con el Congreso; estaba conformada por cuarenta y siete hombres que apoyaban Iturbide, esto como representación de las provincias del imperio[80]​. El objetivo de la nueva Junta Nacional era diseñar un nuevo método efectivo para nombrar los miembros de un nuevo Congreso Imperial.

La situación económica era un asunto urgente que le incumbió a la Junta Nacional. El erario público estaba devastado por las bajas en las actividades económicas (especialmente el comercio y la minería). Se hizo una revisión del tesoro imperial. El Imperio negoció un préstamo con Reino Unido, el cual nunca llegó, y otro más con Diego Berry, pero tampoco pudo concretarse. Ante la difícil situación económica, se impuso un préstamo de 2 800 000 de pesos con la hipoteca de una contribución general de todos los habitantes del imperio. También se prohibió la exportación de dinero a los españoles que querían migrar, y solamente se les permitió viajar con la ropa de uso y muebles necesarios. Además, la Junta Nacional decretó otras medidas como la restricción de la libertad de prensa y penas contra conspiradores. Otra medida de Iturbide fue la autorización expedida a Stephen Austin, el 3 de enero de 1823, para colonizar Texas[81]​.

Durante todo ese tiempo, Iturbide había nombrado a Antonio López de Santa Anna como encargado militar de la provincia de Veracruz y se habían llevado bastante bien hasta el punto de escribirse cartas personales. Sin embargo, el 16 de noviembre del mismo año Iturbide visitó Xalapa diciendo que necesitaba supervisar una acción política que se realizaría, sin embargo, se cree que en realidad quería proclamar la destitución de Santa Anna de su puesto. Poco a poco las relaciones entre ambos se fueron tensando, a tal punto que Santa Anna se negó a ir a la Ciudad de México cuando Iturbide se lo había solicitado[82]​.

Rebelión del Plan de Casa Mata

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Antonio López de Santa Anna fue el artífice de múltiples movimientos armados a lo largo de la historia del país.

Ya para el 2 de febrero, Santa Anna, con apoyo de Victoria, se opuso públicamente a Iturbide proclamando el Plan de Veracruz en el que invitaba al Ejército a una sublevación para ponerle fin al imperio y volver a instalar el Congreso con una nueva forma de gobierno que posteriormente se decidiría:

Se creará un ejército libertador, y se compondrá de los cuerpos ya formados que se adhieran al sistema de la verdadera libertad. […] Que se observen inviolablemente las tres garantías publicadas en Iguala. […] ¡Viva la Nación! ¡Viva el soberano Congreso libre! ¡Viva la verdadera libertad de la patria! ¡Sin admitir ni reconocer jamás las ordenes de don Agustín de Iturbide![83]

Desde que le llegó a Iturbide la información sobre la sublevación, mandó una contradefensa a manos de los generales José Antonio de Echávarri, Luis Cortazar y Rábago y José María Lobato[84]​. Francisco Lemaur, un español a favor de Fernando VII[nota 13]​, se comunicó con Santa Anna debido al interés de la rebelión y firmaron un armisticio a favor de la mutua convivencia; Echávarri y Lobato consideraron que realizar aquel acto —debido que pactó un acuerdo con alguien en contra de la soberanía del Estado mexicano— era traición a la patria[85]​. Posteriormente Santa Anna le propuso a Echávarri unirse a la rebelión; sin embargo, el 16 de diciembre se negó públicamente.

El 21 de diciembre Echávarri pudo replegar el ejército de Santa Anna que marchaba para Ciudad de México; aunque, poco después (debido a Iturbide no estuvo concentrado en la estrategia militar por unos días) Victoria pudo reorganizar el Ejército y conseguir nuevos soldados[86]​. El 13 de enero de 1823 ocurrió la Batalla de Almolonga (en el actual estado de Guerrero) entre las fuerzas de Nicolás Bravo y Vicente Guerrero (que se habían unido al plan) y Epitacio Sánchez y Gabriel de Armijo; el resultado fue una victoria pírrica por parte de los realistas, ya que Sánchez murió en batalla.

El 1 de febrero de 1823 Santa Anna proclamó el Plan de Casa Mata cuya función principal era ratificar sus intenciones de la sustitución de Iturbide y dotarle de organización al movimiento (como el nombramiento de los próximos diputados para el nuevo congreso y la conservación de los rangos militares y puestos de trabajos por parte de civiles)[87]​:

Siendo inconcuso que la soberanía reside esencialmente en la Nación, se instalará el Congreso a la mayor posible brevedad. […] Se nombrará una comisión que con copias del acta, marche a la capital del Imperio a ponerla en manos de S.M. el emperador.[88]

Las pérdidas y fracasos militares del movimiento rebelde indicaban la posibilidad del fracaso; sin embargo, aquel mismo día ocurrió un giro inesperado: Echávarri, Lobato y Cortázar se adhirieron al Plan de Casa Mata, poniendo fin a la mayor resistencia imperialista. Las hipótesis sobre el cambio de ideología de los tres generales iturbidistas son varias: según el mismo Santa Anna, se debió al apoyo de Lemaur[89]​; sin embargo, Alamán señaló la posibilidad de que se debiera a la influencia de las diversas logias masónicas[84]​; además, según Nettie Lee Benson, historiadora estadounidense del siglo xx, Miguel Ramos Arizpe y José Mariano de Michelena habían influenciado a los tres de aceptar[90]​.

En los días siguientes de la publicación del Plan de Casa Mata, antiguos aliados de Iturbide se fueron uniendo debido a lo atractivo que resultaban las propuestas. El 4 de marzo de 1823 Iturbide decretó la reinstalación del Congreso, mismo que se reunió el 7 de marzo, y en el que Iturbide se reservó a proclamar un discurso en son de paz[91]​.

En la tercera sesión desde la reinstalación del Congreso, el 19 de marzo un ministro de Iturbide presentó su carta de abdicación:

La corona la admití con suma repugnancia, sólo para servir a la patria; pero desde el momento en que entreví que su conservación podría servir si no de causa, al menos de pretexto para una guerra intestina, me resolví dejarla. No hice yo abdicación de ella, porque no había representación nacional reconocida generalmente y por lo mismo era inútil toda gestión sobre la materia, y aún habría sido tal vez perjudicial; hay ya el reconocimiento, y hago por tanto la abdicación absoluta.[92]

Al día siguiente, debido a la falta de la totalidad los diputados, se realizó una revisión de la misma,[92]​ en donde se avaló y se confirmó su autenticad, dando fin oficial al Primer Imperio Mexicano.

Gobierno Provisional

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Bandera utilizada según el decreto del 14 de abril de 1823.
Pedro Celestino Negrete fue el primer presidente del Gobierno provisional.
Organización territorial de las provincias durante el Gobierno provisional.

Con gobierno provisional de México se refiere al periodo entre el fin del Primer Imperio el 19 de marzo de 1823 y el inicio de la Primera República Federal el 10 de octubre de 1824. Es considerado un gobierno de transición que fue denominado oficialmente «Supremo Poder Ejecutivo de la Nación Mexicana» y que fue decretado por el Congreso el 31 de marzo de 1823, doce días después de la disolución del Imperio, lo que constituyó una vacante en la titularidad del Ejecutivo.[93]

La situación del país era difícil económicamente hablando. La producción de cualquier tipo de bien estaba paralizada. La agricultura —que fue una de las que más sufrió— decayó por falta de mano de obra y el descuido de los centros agrícolas. La minería que había sido uno de los fuertes en la Colonia estaba casi abandonada. En el aspecto del comercio, el hecho de los caminos fueran poco transitables provocaba gran inseguridad que era alimentada con el hecho de que medios de transporte eran ineficientes.[94]

El endeudamiento del gobierno desde la consumación zozobró las finanzas públicas y la entorpeció por la deuda pública; incluso en la actualidad es una situación constante que no ha podido ser remediada.[95]​ Entre los principales factores que participaron en la creación de una creciente deuda externa tan solo en los primeros años de vida independiente se encuentran, además del estancamiento por la Guerra, el mantenimiento de un ejército meramente inútil y una pésima administración gubernamental provocaba por corrupción política.[94]

En el aspecto social se conservaron muchas de las costumbres y relaciones vigentes en el Virreinato, situación que se fortaleció durante el breve periodo del Imperio. En realidad del poder del Clero no terminó si no hasta muchos años después. Mientras tanto su influencia en la sociedad era hegemonizante, pues seguían siendo dueños de grandes tierras y sus ingresos procedían de ofrendas, limosnas, diezmos, servicios, créditos, hipotecas y usura.[96]​ Los terratenientes eran un su mayoría criollos y por consiguiente un pequeño grupo de herederos de españoles que conservaban la tradición nobiliaria —incluso después de la caída del Imperio— y que en años anteriores habían sido dueños de esclavos. Contrastado a lo anterior, las clases bajas eran los que antiguamente habían sido esclavos de varias castas y que habían sido liberados ya en 1821. Trabajaban en el pequeño comercio (como artesanías), eran la servidumbre o laboraban en otros medios difíciles (como el campo) en los que vivían en una situación precaria.[96]​ Pasarían más de cincuenta años hasta la introducción de las industrias en el país.

Volviendo a la situación política el gobierno provisional era dirigido por un triunvirato que a su vez tenía un presidente que era rotado constantemente. Los tres miembros fueron Pedro Celestino Negrete —que fungió como primer presidente— y los exinsurgentes Nicolás Bravo y Guadalupe Victoria, que por no encontrarse en Ciudad de México nombraron como suplementes a José Mariano Michelena y Miguel Domínguez, respectivamente; aunque tiempo después tuvo que nombrarse a Vicente Guerrero por la falta de los titulares y sus suplentes.[97]

Aunque no era formal que no existiera la posibilidad de reinstaurar la monarquía, sí lo era de facto debido a las consignas de la Revolución de Casa Mata; así que quedaba propiamente el bando republicano, pero que estaba fragmentado en distintas ramas que se concentraban en los dos modos políticos republicanos: centralismo y federalismo. Propiamente el Virreinato había sido centralista, por lo que el federalismo era partidario de cambios en la sociedad, que aún estaba bajo la influencia colonial. Asimismo, se planteó la necesidad de que el individuo de la calle participara más en las actividades económicas y políticas. Servando Teresa de Mier fue uno de los partidarios del federalismo, pero de un muy moderado.[98]

Finalmente el Congreso Constituyente promulgó la Constitución de 1824, considerada como la primera carta magna de la nación. El documento asentaba que la nación adoptaba como forma de gobierno la república federal con la división de los tres poderes en El espíritu de las leyes de Montesquieu, que en próximos años serían llamados en la país como los Poderes de la Unión. Estaba inspirada en las constituciones de Estados Unidos y de Cádiz.[99]​ Su base ideológica, debido a las características que optó fue, por lo tanto, obra de la Ilustración.

Organización territorial tras la promulgación de la Constitución de 1824.

El 31 de enero de 1824 se proclamó el Acta Constitutiva de la Federación Mexicana en las entidades federativas que integraban el país en aquel entonces formalizaron su unión bajo una futura república federal.[100]​ Las quince provincias en las que se dividió el país durante el gobierno provisional se convirtieron en dos tipos de entidad federativa: estados libres y soberanos —caracterizados por poseer un gobernador y congreso propio, así como la facultad, por consiguiente, de tener una constitución interna— y territorios federales —caracterizados por su baja población y ser gobernados directamente por el gobierno federal, además de no tener una constitución interna—. Cada provincia territorial que no tenía la denominación de «Interno» se constituyó prácticamente igual como estado, por excepción de Xalisco de donde salió, además del Estado de Jalisco, el territorio de Colima. Mientras que, las provincias provisionales con la denominación de «Interno», debido a sus grandes territorios, se dividieron en varias entidades: Interno de Occidente se dividió en el Estado de Sonora y Sinaloa y en los territorios de Alta California y Baja California, Interno del Norte se dividió en los estados de Chihuahua y Durango y en el territorio de Nuevo México y, por último, Interno de Occidente se dividió en los estados de Nuevo León, Coahuila y Texas y Tamaulipas. Finalmente cabe mencionar que Chiapas —que formaba parte de Guatemala— decidió volver a unirse a México como un estado más.

Agustín de Iturbide regresó al país sin conocimiento de que el Congreso lo había declarado fuera de la ley y traidor. En Soto La Marina (Tamaulipas) fue capturado y fusilado en Padilla (Tamaulipas) el 19 de julio de 1824.

Primera República Federal

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Gobierno de Victoria

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Guadalupe Victoria, primer presidente; anteriormente había servido como miembro y presidente del Poder Ejecutivo durante el gobierno provisional.

El Congreso convocó a las elecciones federales de 1824 en las que salió electo Guadalupe Victoria como presidente para el período de 1824 y 1828 y Nicolás Bravo como su vicepresidente. Cabe mencionar que fue el único periodo presidencial que se completó enteramente durante el periodo.

A partir de la conclusión del período de Victoria, la vida política mexicana se tornó inestable, debido a las pugnas entre la antigua aristocracia y el pequeño grupo de burgueses liberales del país.

Gobiernos posteriores

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República centralista

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En 1833 tuvo lugar el primer intento de reforma liberal profunda del Estado, encabezada por Valentín Gómez Farías a la sazón presidente interino, y José María Luis Mora. La reforma fracasó por el regreso de Santa Anna a la presidencia, con el apoyo de los conservadores. En 1835 fueron promulgadas las Siete Leyes, una constitución de corte centralista, que ocasionó la declaratoria de independencia de Zacatecas (rebelión reprimida brutalmente por el general Cos) y Texas. Este último territorio, perteneciente al estado de Coahuila y Texas, se separó de México en 1836. Cinco años más tarde la República de Yucatán declaró su independencia, y no se reincorporaría a México hasta 1848. Ese mismo año de 1841, el estado de Tabasco decretó su separación de México en protesta por el centralismo imperante en el país. El estado se reincorporó oficialmente en 1842.

Durante esa misma época, Santa Anna promulgó el 20 de octubre de 1842 un decreto, el cual declaró la educación obligatoria entre los siete y quince años; sin embargo, fue depuesto como presidente ese mismo día. Este hecho es uno de los pocos relevantes en el ámbito educativo.

El 6 de enero de 1843, fue proclamada la segunda república centralista de México, encabezada por Santa Anna. La vida de la república sería muy corta, pues tres años más tarde fue incapaz de enfrentar la invasión estadounidense, hecho que los liberales aprovecharon y terminaron por rehabilitar la constitución de 1824 el 22 de agosto de 1846.

Segunda República Federal

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Intervención estadounidense en México

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Ocupación de las tropas estadounidenses a la capital tras la Batalla de la Ciudad de México.

Entre 1846 y 1848 México fue parte del conflicto conocido como la intervención estadounidense en México o la guerra Estados Unidos-México. El 29 de diciembre de 1845 el Congreso estadounidense oficialmente admitió Texas como un estado constituyente de la nación. En 1846 EE. UU. reclamó a México la posesión de la franja de tierra comprendida entre el río Bravo y el río de las Nueces. El límite de la provincia texana históricamente había sido el río de las Nueces, unos 300 km más al norte del Bravo, por lo que las reclamaciones eran infundadas. Las tropas mexicanas cruzaron el río Bravo y atacaron a los estadounidenses que se habían desplegado en el territorio en disputa. Tras ello el gobierno estadounidense declaró guerra y acometió contra México.

El 14 de septiembre de 1847, los estadounidenses izaron su bandera en el Palacio Nacional, tomando antes el Castillo de Chapultepec, que era, por aquel entonces, colegio militar, y donde se encontraban sólo unos cuantos cadetes de guardia, ahora conocidos como "los Niños Héroes". La guerra concluyó con la firma del Tratado de Guadalupe-Hidalgo, en el que México reconocía la frontera texana en el río Bravo. Además EE. UU. recibió los territorios de California y Nuevo México (cerca de 2,000,000 de km² que hoy conforman los estados de California, Nuevo México, Arizona, Nevada, Utah, la mayor parte de Colorado y la región suroeste del Wyoming y Kansas, y el oeste de Oklahoma), cumpliendo así la llamada doctrina del destino manifiesto, según la cual Estados Unidos de América era una nación destinada a expandirse desde las costas del Atlántico hasta el Pacífico.

Gobierno dictatorial de Santa Anna

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Antonio López de Santa Anna (1794–1876) fue un político y militar mexicano, en 11 ocasiones presidente de México.

Tras la guerra con Estados Unidos, fue elegido para la presidencia José Joaquín de Herrera. El gobierno de Herrera fue más o menos tranquilo, aunque las elecciones para relevarlo fueron presa de la división entre liberales y conservadores. Este nuevo conflicto se resolvió con la llegada de Santa Anna al poder, que gobernó por última ocasión la república entre 1853 y 1855. Santa Anna se autonombró dictador de México y gobernó con el título de "Su Alteza Serenísima" (el tratamiento fue elevado al rango de ley constitucional). Mientras tanto, la mayor parte del país seguía en la miseria. El colmo fue el aumento en el monto de los impuestos y la creciente corrupción del gobierno.

Guerra de Reforma

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Benito Juárez, entre mandatos ordinarios y extraordinarios (interinos y provisionales) se convirtió en el segundo presidente con más tiempo acumulado en el poder.

Por ello, en 1854 los liberales se fueron a la guerra, amparados en el Plan de Ayutla y encabezados por Juan Álvarez e Ignacio Comonfort. El movimiento, conocido como Revolución de Ayutla, concluyó con la renuncia y destierro de Santa Anna y la instalación de Álvarez como interino. Durante las presidencias de Álvarez y Comonfort, fueron promulgadas varias leyes de corte liberal, conocidas como Leyes de Reforma, que, entre otras cosas, establecieron la separación entre el Estado mexicano y la Iglesia católica y anularon los privilegios de las corporaciones (incluidas las comunidades indígenas). La puesta en marcha de estas leyes dio lugar a un nuevo conflicto entre liberales y conservadores, conocido como guerra de los Tres Años o Reforma.

Benito Juárez ocupó la presidencia interina de la república tras la renuncia de Comonfort, y fue convocado un nuevo congreso constituyente que promulgó el 5 de febrero de 1857 la nueva constitución mexicana, de orientación liberal moderada. Sin embargo, las reformas contempladas por la nueva constitución fueron motivo de una nueva rebelión conservadora en Tacubaya y, desconociendo el gobierno de Juárez, nombraron un presidente provisional. Las huestes de ambos bandos se enfrascaron en una guerra que concluyó con la victoria de los liberales en enero de 1861.

Gobierno ordinario de Juárez

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En ese mismo año, el gobierno de la república decretó la suspensión de pagos de la deuda externa con la Ley de suspensión de pagos, pues carecía de medios para pagarla. Francia, uno de los principales acreedores, instó a España e Inglaterra a presionar por la vía militar al gobierno mexicano. La marina de los aliados llegó a Veracruz en febrero de 1862. El gobierno mexicano se aprestó a negociar por la vía diplomática, y logró el retiro de los ingleses y españoles.

Segundo Imperio

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Maximiliano de Habsburgo, emperador de México de 1863 a 1867.

Los franceses enviados por Napoleón III, al mando del Conde de Lorencez, dieron comienzo a las hostilidades militares. El primer enfrentamiento, la batalla de Puebla, fue ganado por el ejército de Ignacio Zaragoza y las milicias populares del estado. Ante la derrota, el emperador envió más tropas al mando de Frédéric Forey, quien obtuvo varias victorias para los franceses, que tomaron la capital en junio de 1863. Posteriormente, fue sustituido por François Achille Bazaine.

El gobierno republicano, con Juárez a la cabeza, se trasladó a San Luis Potosí el 31 de mayo. Fue perseguido por los franceses, y finalmente se estableció en Paso del Norte. Mientras tanto, en la capital, el 10 de julio la Asamblea de Notables nombró como emperador de México a Maximiliano de Habsburgo. El Segundo Imperio Mexicano duró hasta 1867, ya que a partir de 1865 el ejército francés empezó a sufrir derrotas a manos de las guerrillas mexicanas (que comenzaron a abastecerse de armamento estadounidense).

La guerra culminó con la retirada del ejército francés y con la rendición de los conservadores y el fusilamiento del emperador en el Cerro de las Campanas (Santiago de Querétaro) el 19 de junio de 1867.

El 15 de julio de 1867 Juárez entró a la Ciudad de México mercando el fin del Segundo Imperio:

El Gobierno nacional vuelve hoy a establecer su residencia en la Ciudad de México, de la que salió hace cuatro años. Llevó entonces la resolución de no abandonar jamás el cumplimiento de sus deberes [...]. Fue con la segura confianza de que el pueblo mexicano lucharía sin cesar contra la invasión extranjera, en defensa de sus derechos y de su libertad.
Manifiesto del Presidente al ocupar la Capital.[101]

República Restaurada

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Tras el fusilamiento de Maximiliano, el país entró a un periodo llamado la «República Restaurada» o «República Triunfante» que se caracterizó por dos gobiernos presididos por los políticos liberales civiles Benito Juárez y Sebastián Lerdo de Tejada, quienes tenían en mente reconstruir un país diezmado por la guerra civil, impulsar la consolidación del país como un Estado fuerte y abatir las rezagos socioeconómicos poblacionales a través de posturas liberalistas.[102]

Gobiernos de Benito Juárez

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Benito Juárez, en este periodo, fue electo para dos periodos ordinarios: los cuatrienios de 1867-1871 y de 1871-1875; sin embargo, no pudo completar este último debido a su fallecimiento.

En julio de 1867, Juárez estableció su gobierno en la Ciudad de México. La República se consolidó siendo la última vez en el que el Estado mexicano cambió de forma de gobierno. Se restableció el modelo político planteado en la Constitución de 1857 y las Leyes de Reforma.

En aquel entonces, la burguesía liberal representaba un gran poder y la economía y las finanzas nacionales se encontraban en ruina, por lo que Juárez consideraba que era necesario ordenar el gobierno y la economía. Con la restauración de la República inició la reestructuración de las finanzas públicas y se buscó optimizar el aprovechamiento de los ingresos del gobierno para cubrir sus gastos de operación. Juárez realizó los siguientes cambios constitucionales:

  • Establecimiento del Senado al dividir el poder legislativo en la cámara alta y baja y restricción de las facultades de los diputados.
  • Permitió al poder ejecutivo vetar disposiciones del Congreso.
  • Debilitamiento del papel político de los militares. Se reorganizó el ejército a treinta mil efectivos bien disciplinados[103]​, el cual se destinaba el 70 % de la renta pública[104]​.
  • Establecimiento de una política de centralización administrativa y política para reducir la gran cantidad de proyectos locales y lograr la unidad nacional. La política encontró fuerte oposición entre los caciques y los caudillos, pues buscaba disminuir su poder.

Juárez había gobernado con facultades extraordinarias debido a la guerra de Reforma, la intervención francesa y el Imperio de Maximiliano; pero entonces, para regularizar la situación política convocó a las elecciones de 1867, que se llevaron a cabo el 22 de septiembre para presidenciales, en las que resultó electo él mismo con el 71.5 % de los votos, y el 7 de octubre para el presidente de la Suprema Corte de Justicia, en la que resultó electo Sebastián Lerdo de Tejada, y diputados.

Se apoyó a la empresa privada y sobre todo se buscó atraer inversión extranjera para poner en marcha sectores como la agricultura, mediante la introducción de nuevos cultivos, incorporar nuevas zonas productoras y aplicar nueva tecnología. Asimismo, se buscaba invertir en minería, industria y medios de comunicación para integrar al país y lograr la tan ansiada unidad nacional. El principal problema consistía en que no se podía atraer inversión extranjera sin el reconocimiento y confianza de los principales mercados internacionales. Las circunstancias políticas y económicas del país, así como el historial de endeudamiento y suspensión de pagos, no permitían que llegaran dichos capitales.[104]

Gabino Barreda, primer director de la Escuela Nacional Preparatoria.

Uno de los proyectos juaristas fue extender la educación pública en todo el territorio para modernizar al país. La intención de unificar los sistemas escolares tropezó con grandes obstáculos, como la inercia de un México católico y la gran diversidad cultural y regional. El liberalismo juarista defendía la educación como arma para contrarrestar la influencia de la Iglesia en la sociedad y, para ello, el 2 de diciembre de 1867 dictó la Ley Orgánica de Instrucción Pública, en la que se eliminó de la educación todo contenido religioso. La política benefició a las clases medias urbanas.

La filosofía predominante del gobierno federal era el positivismo, que se vinculó con la vida nacional; la filosofía de Auguste Comte llegó al país y se adoptó en el campo educativo y en la política[105]​. Gabino Barreda, discípulo de Comte, a solicitud del presidente creó en 1867 la Escuela Nacional Preparatoria, quien resumió en tres palabras el proyecto educativo: libertad, orden y progreso.[106]​ Además se creó la escuela para invidentes y la Biblioteca Nacional, ya que antes no existía ninguna de éstas.

Las facultades extraordinarias —aun en un periodo donde la presidencia no era extraordinaria— habían excedido los límites del poder. Juárez tenía la capacidad de vetar las decisiones de los otros dos poderes, por lo que su gobierno presentaba un carácter dictatorial y anticonstitucional[106]​; aquella situación fue criticada incluso por los mismos liberales y causó rebeliones en varios estados, que más tarde sería uno de los motivos que propiciaría levantamientos armados en su contra.

Miguel Negrete ya había sido ministro de Guerra y Marina de Juárez durante un mes de 1863; sin embargo, se levantó en armas contra Juárez en tres ocasiones.

El 20 de abril de 1869, Julio Chávez López proclamó en Chalco (Estado de México) el Manifiesto a todos los oprimidos y los pobres de México y del universo, en la que postulaba ideas socialistas para la nación y acusaba a Juárez por permitir el despojo de tierras comunales y las masacres que había ordenado.[107]​ El movimiento armado inició en Texcoco con el apoyo del general Miguel Negrete, que tomó los fuertes de Loreto y Guadalupe; pronto fue vencido, aprehendido, procesado por la ley y sentenciado a muerte; sin embargo, el general Porfirio Díaz le concedió su indulto por su pasado en la participación en el sitio de Puebla.

A la par de impulsar el progreso y permitir la libertad de expresión, el gobierno de Juárez tenía que lograr la pacificación del territorio. Numerosos levantamientos fueron ocasionados por la desamortización de las propiedades comunales indígenas; terratenientes y militares fueron los culpables de estas arbitrariedades, que originaron rebeliones, entre ellos, las que suscitaron en Yucatán, Nayarit, Sonora y Chiapas, de cualquier forma, el gobierno federal las calificaba como clericales y las reprimió en forma sangrienta.[108]

A finales de 1871 acabaría el primer cuatrienio de Juárez, por lo que se postuló para la reelección en las elecciones de 1871 y se efectuó el 27 de agosto de 1871. Los resultados fueron rebelados por el Congreso el 7 de octubre, en los que Juárez resultó con el 47.22 % rebasando al otro candidato, Porfirio Díaz; sin embargo, su victoria se vio opacada y acusada fuertemente de fraudulenta.

El 19 de octubre de 1871 ocurrió un intento de golpe de Estado realizado por los generales Miguel Negrete, Aurelio Rivera y Jesús Toledo. Aquel levantamiento no duraría más que unas horas, pues los primeros tres generales lograron escapar gracias al efectivo contraataque realizado por el general Sóstenes Rocha siguiendo las órdenes del mismo Juárez; sin embargo, sí fue detenido un teniente que apoyaba el movimiento armado, por lo que fue fusilado junto a otros oficiales. Sin embargo, entre las bajas del bando federal se puede destacar a José María Castro, herido por un disparo de bala, quien era el gobernador del Distrito Federal (nombrado por Juárez tan solo desde septiembre del mismo año).[109]

Porfirio Díaz para aquel entonces ya era un destacado militar que había brillado en múltiples campañas militares.

Sin embargo, 8 de noviembre de 1871 Díaz, al meditar y negarse (a diferencia de Lerdo de Tejada) a aceptar los resultados electorales claramente fraudulentos, lanzó el Plan de la Noria, en la que se oponía al intento de reelección de Juárez e instaba al pueblo mexicano a levantarse en armas:

La reelección indefinida, forzosa y violenta, del Ejecutivo Federal, ha puesto en peligro las instituciones nacionales.

En el Congreso una mayoría regimentada por medios reprobados y vergonzosos, ha hecho ineficaces los nobles esfuerzos de los diputados independientes y convertido á la Representación Nacional en una cámara cortesana, obsequiosa y resuelta á seguir siempre los impulsos del Ejecutivo.

En la Suprema Corte de Justicia, la minoría independiente que había salvado algunas veces los principios constitucionales de este cataclismo de perversión é inmoralidad, es hoy impotente por falta de dos de sus más dignos representantes. [..] Ninguna garantía ha tenido desde entonces el amparo; los Jueces y Magistrados pundonorosos de los Tribunales Electorales son sustituidos por agentes sumisos del Gobierno [...].[110]

Pronto se adhirieron al plan Manuel Gónzalez Flores (amigo de Díaz que en ese entonces había sido elegido diputado por Oaxaca) y los gobernadores de Oaxaca (Félix Díaz Mori, quien además era hermano de Díaz), Guerrero y Chiapas[nota 14]​, renunciando a sus respectivos cargos.

Sóstenes Rocha fue un destacado militar, siendo el autor de las victorias juaristas durante muchos años.

El 1 de diciembre de 1871 comenzó oficialmente el siguiente mandato presidencial de Juárez que cubriría el periodo de 1871-1875. Aunque Díaz pudo marchar triunfante hasta Toluca, no pudo completar sus planes de llegar hasta la toma de la Capital debido a la intervención federal a manos de Ignacio Mejía y Sóstenes Rocha; tuvieron una serie de derrotas hasta básicamente debilitarse y propiamente perder.

El 5 de diciembre de 1871 Donato Guerra, Jerónimo Treviño y Trinidad García de la Cadena (todos ellos adheridos al Plan de la Noria) tomaron Saltillo.

El 23 de enero de 1872, Díaz Mori fue capturado en Juchitán de Zaragoza (Oaxaca) cuando, junto a Díaz, intentaba huir hacia Panamá; sin embargo, Díaz Mori ahí mismo fue torturado (entre otras cosas, castrado) y ejecutado por los habitantes del pueblo.[nota 15]

A finales de abril Yucatán se unió a la causa porfirista, sin embargo, pronto fueron vencidos a manos

Entre el 2 de mayo y el 11 de junio se suscitó el Levatamiento de Tamaulipas, en la que una facción rebelde del estado que simpatizaba con Díaz se sublevó. El sitio de la batalla llegó a prolongarse durante muchísimos días; sin embargo, tras la victoria de los juaristas encabezada por Sóstenes Rocha y José Cevallos Cepeda, los simpatizantes de Díaz fueron pasados por las armas.

Los rebeldes pudieron tomar Monterrey y mantenerla por casi dos meses. Sin embargo, el 30 de mayo del mismo año ocurrió la Batalla de Monterrey, que fue decisiva en el Plan de la Noria ya que, debido a la pérdida del porfirista Diódoro Corella a manos del general juarista Jerónimo Treviño, marcó una pauta para que la victoria de Díaz en su plan se viera lejana a suceder.

Desde el 17 de julio de 1872 Juárez no se sentía bien: aquel día no quiso salir como acostumbraba, se limitó a tomar únicamente un atole y tuvo fuertes dolores y náuseas. Al día siguiente, Juárez llamó a su médico personal, Ignacio de Alvarado, para que lo revisara; sin embargo, éste lo diagnosticó con algo terminal. Posteriormente llamaron a los dos doctores más prestigiados de la época al Palacio Nacional: Gabino Barreda y Rafael Lucio; sin embargo, ellos tampoco pudieron hacer algo al respecto. A las 23:35 fue declarado muerto por angina de pecho.

Gobierno de Sebastián Lerdo de Tejada

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Sebastián Lerdo de Tejada, antes de asumir la presidencia interinamente, ya se había postulado en múltiples ocasiones.

Tras la muerte de Juárez, todos los adheridos al Plan de la Noria, una vez que vieron que el poder se había depositado conforme a la ley —y sin un motivo pues había muerto a quien intentaban combatir—, acordaron el cese al fuego cuando se enteraron de que Lerdo de Tejada había expedido una amnistía. El 28 de julio de 1872 se publicó en el Diario Oficial las condiciones de la rendición (que incluía la pérdida de sus honores, empleos y pensiones) y Díaz se marchó de la vida pública.

Se realizaron las elecciones extraordinarias de 1872, en se erigiría los cargos de presidente y presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación para un nuevo cuatrienio (1872-1876); según la Constitución de 1857, tras la falta permanente de un presidente, el presidente de la Corte de Justicia de la Nación ascendería como presidente interino —tal y como ocurrió con Lerdo de Tejada— y se convocarían a elecciones extraordinarias donde no se tomaría a consideración el tiempo transcurrido del anterior cuatrienio incompleto.[111]​ Los únicos sufragios que se postularon para presidente fueron el mismo Lerdo de Tejada y Díaz ganando el primero con el 92.32 % de los votos, mientras que, para ocupar el puesto de presidente de la Corte de Justicia de la Nación, ganó José María Iglesias; no hubo mayor incidencia como en años anteriores.

Estableció una política fuertemente anticlerical; entre sus principales acciones en el ámbito se encuentran la prohibición de cualquier manifestación religiosa en público, la expulsión de los jesuitas del país y la disolución de la orden de las Hermanas de la Caridad[108]​; aquello provocó el descontento de la Iglesia y múltiples revueltas en Michoacán dirigidas por cristeros. Además, se integraron las Leyes de Reforma para que formaran parte, por sí mismas, de la Constitución de 1857.

Manuel Lozada se levantó en armas contra el gobierno en Tepic y exigió una «política progresista»; sin embargo, tomó decisiones que fueron tomadas por la opinión públicas como «contradictorias», ya que pidió concesiones a favor de la Iglesia y los conservadores. Sin embargo, el 14 de julio de 1873, fue capturado y posteriormente enjuiciado y pasado por las armas, así acabando en su totalidad con la rebelión.[106]

Fotografía de la época de un túnel y vía férrea en Veracruz, parte de la ruta México-Veracruz.

En materia económica, la administración de Lerdo siguió los mismos pasos juaristas. No existía una producción agraria que pudiera sostener al país; mexicanos y extranjeros fueron favorecidos con la creación de nuevos latifundios que dominaron el campo. Sin embargo, a pesar de estos intentos por impulsar la producción agrícola, ésta continuó siendo básicamente para el autoconsumo, por no mencionar que el desempleo estaba extendido y los peones y campesinos vendían, en ocasiones, sus tierras para poder sobrevivir[106]​.

En el ramo estrictamente industrial hubo algunos avances: se mecanizó la planta industrial en la rama textil y la línea de ferrocarril México-Veracruz, apodada el «potro de hierro», fue inaugurada en 1873 gracias a las concesiones otorgadas a los británicos (durante el gobierno de Juárez) que siguió apoyando Lerdo de Tejada.[112]

La postura liberal tomada por el gobierno federal fue atractiva para extranjeros, y así mismo, el gobierno quería atraerlos con las ventajas que podría atraer, especialmente con la posible mejora de la agricultura. Algunos extranjeros se asentaron en el país, sin embargo, cabe destacar que fue únicamente en las grandes ciudades y que se dedicaron, en su gran mayoría, únicamente al comercio.

Cabe mencionar que, debido a todo lo anterior, ocurrió un proceso de polarización: mientras que en los grandes centros urbanos se concentraron posturas más liberales (como el mismo liberalismo mexicano o socialismo) por la mayoría de su población, alejados de las grandes ciudades, se había tomado una postura acorde a las ideas conversadoras.[106]

Debido a la postura política del gobierno liberal, a favor de la libertad de reunión y prensa, ocurrieron dos cosas:

  • Se fundaron organizaciones laborales (debido al crecimiento del proletariado urbano por la industrialización) como el Círculo de Obreros Libres —que integraba además artesanos— y Sociedades Mutualistas, que promovieron el aumento de salarios, la formación de cooperativas y el emplazamiento a huelga[113]​; también cabe destacar que, en algunos de los miembros de aquellos grupos, se permearon ideas socialistas.[114]
  • Acaeció el esplendor de ciertos periódicos, que además de informar sobre eventos cotidianos a la población, también publicaban artículos de opinión donde criticaban diversos aspectos de la vida diaria, especialmente sobre política; ejemplo de ello fueron los periódicos liberales El Monitor Republicano y El Siglo XIX.
Ignacio Manuel Altamirano (izquierda, escritor) y Juventino Rosas (derecha, músico), artistas de la época conocidos por Clemencia y Sobre las olas,[115]​ respectivamente.

Además, en el país ocurrió un auge cultural gracias a varios hombre de la época considerados sobresalientes en ámbitos artísticos y científico: Manuel Payno (escritor), Manuel José Othón (poeta y dramaturgo), Ignacio Manuel Altamirano (novelista), José María Vigil (escritor, periodista, historiador y lingüista), Justo Sierra (escritor, historiador, periodista y poeta), Manuel Acuña (poeta), Ignacio Ramírez (escritor, poeta y periodista), Guillermo Prieto (poeta, escritor, periodista e historiador), Manuel María Flores (escritor y poeta), Juventino Rosas (músico), Francisco Zarco (periodista e historiador) y José María Iglesias (escritor e historiador); aunque los distintos artistas produjeron obras de distintos movimientos, hubo fuerte influencia del costumbrismo por aquellos años. En el ámbito científico, destacó Rafael Lucio Nájera (doctor y científico). Además, en el ámbito educativo, Gabino Barreda seguía ejerciendo una poderosa influencia en la educación del país; fue en esta época cuando se introdujo en el país lemas propios del positivismo como «Orden y progreso»[113]​.

Antes de 1875, Lerdo de Tejada había logrado mantener pacífico al país; sin embargo, para esas fechas, el descontento y división de la nación había florecido de nuevo:

  • Promulgó una ley para atraer colonos extranjeros con el fin de poblar algunas zonas deshabitadas del país; aunque, a pesar de las facilidades ofrecidas, no tuvo gran efecto. También en este periodo se agravó el problema de la tenencia de la tierra al intentar el establecimiento del minifundio, mediante el reparto de tierras comunales indígenas y más venta de terrenos baldíos. Numerosos campesinos con tierras despojadas emigraron a las ciudades[114]​.
  • El 19 de mayo del mismo año, Lerdo de Tejada promulgó un ley donde restringió algunas de las facultades de la Corte, lo que dejaba elegir a voluntad los jueces de distrito (dirigentes de un juzgado de distrito, órganos locales jurisdiccionales del poder judicial federal[116]​) y de circuito. Aquello molestó en gran medida a Iglesias, pues al ser presidente de la Corte consideraba que vulneraba el tercer poder de la federación.
  • Cambió su gabinete porque buscaba la reelección para las próximas elecciones. Aquello molestó y distanció a los juaristas y el Ejército.
José María Iglesias había proclamado que no tenía un mayor interés en ocupar la presidencia después de la revolución fuera concluida.

El 15 de enero de 1876 se volvió a dividir el país cuando Díaz lanzó el Plan de Tuxtepec donde, principalmente y entre otras cosas, desconocía a Lerdo de Tejada como presidente del país y a cualquiera que tuviera un puesto nombrado por lo que llamaba al pueblo a levantarse en armas:

[...] la República Mexicana está regida por un gobierno que ha hecho del abuso un sistema político, despreciando las instituciones y haciendo imposible el remedio de tantos males por la vía pacífica; [...] el sufragio político se ha convertido en una farsa, [...] el Presidente y sus amigos por todos los medios reprobados hacen llegar a los puestos públicos a los que llaman sus candidatos oficiales, rechazando a todo ciudadano independiente; [...] el poder municipal ha desaparecido completamente, pues los ayuntamientos son ya simples dependientes del Gobierno para hacer elecciones; que los protegidos del Presidente perciben tres y hasta cuatro sueldos por los empleos que sirven con agravio a la moral pública [...].[117]

El ejército rebelde se identificó como el «Ejército regenerador».[118]​ Díaz intentó pactar con Iglesias una alianza ya que éste también consideraba inmorales los actos de Tejada; lo llamaron el Convenio de Acatlán, sin embargo, tras varias negociaciones que iban en contra de la ética pacifista de Díaz, se negó a firmar un pacto con él.

Ya para el 26 de noviembre de 1876, Iglesias se había autoproclamado presidente por las facultades que le otorgaba ser el presidente de la Suprema Corte y su interpretación personal sobre las «capacidades de Lerdo». Fungió como presidente de iure una vez que Lerdo renunció oficialmente diez días después; sin embargo, no tuvo poder político verdadero debido a que Díaz se había autoproclamado presidente provisional de facto.[113]

Porfiriato

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Porfirio Díaz.

El porfiriato es la etapa histórica que transcurrió desde el primer ascenso a la presidencia de Porfirio Díaz (de forma interina y de facto) a finales de 1876 hasta su renuncia en mayo de 1911. Aunque hubo dos interrupciones en sus distintos mandatos —por lo que su presidencia no fue continua—, llegó a abarcar un periodo presencial sin precedentes en la historia del país y se convirtió en el presidente con más tiempo acumulado en el poder, gobernando bajo una dictadura militar a México, un total de casi treinta y un años[nota 16]​.

Durante su gobierno México sufrió una serie de impactantes cambios: la estructura económica fue totalmente reformada, el poder político fue centralizado[nota 17]​, se potencializó la vida cultural del país bajo ciertas influencias y, al mismo tiempo, se agudizaron las diferencias de las distintas clases sociales[119]​ bajo la justificación del progreso positivista.

Política

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Primer periodo de Díaz

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Distribuyó cargos públicos entre miembros destacados de cada grupo y, asimismo, propició el acercamiento del clero al poder político, que tan alejado del gobierno había permanecido durante los gobiernos de Juárez y Lerdo.

Sin embargo, en poco tiempo, Díaz decidió combinar dicha política de conciliación con el uso de la fuerza, pues muy pronto algunos grupos de adversarios comenzaron a organizar levantamientos en distintas regiones del país. Así, Díaz no titubeó en perseguir, someter y castigar a numerosos generales rebeldes, entre los que se contaban algunos lerdistas. Además, combatió abiertamente a los llamados “indios bárbaros” de Sonora y Chihuahua, y persiguió el bandolerismo que había cobrado gran popularidad con personajes como Jesús Arriaga, alias Chucho El Roto, y Heraclio Bernal, alias El Rayo de Sinaloa, dedicados a favorecer a los humildes.

Para ello, el gobierno de Díaz echó mano de la policía rural (“los rurales”), que existía desde la época juarista y fue famosa por su brutalidad y por aplicar de manera regular la llamada Ley fuga, a todo aquel que supuestamente intentaba huir de la fuerza pública.

Ante las presiones de los gobernadores estatales y los grupos extendidos a lo largo del país, Díaz dedicó sus esfuerzos en concentrar el mayor poder posible en la figura del propio presidente, de modo que las decisiones más importantes en materia político-electoral, económica y social tuvieran que pasar por su autorización.

Presidencia de Manuel González

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Al finalizar los primeros cuatro años de su gobierno, se convocó a elecciones que dieron el triunfo y la presidencia a Manuel González, quien ejerció el cargo de 1880 a 1884. La causa liberal se vio fuertemente representada por este militar, pero su valor en el campo de batalla contrastó con su inexperiencia en administración pública y política.

Al concluir su periodo presidencial, el único candidato a sucederlo en 1884 fue Porfirio Díaz, quien pudo ocupar el cargo gracias a que la Constitución no consideraba este nuevo periodo como reelección, pues entre la primera ocasión en que ocupó la presidencia, y esta segunda, había transcurrido el gobierno de González.

Segundo periodo de Díaz

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A partir de su segundo periodo presidencial, Díaz pudo por fin centralizar el poder, dejando bajo su control al Poder Legislativo y al Judicial y, al mismo tiempo, asumió bajo su dominio la soberanía de los estados. Como consecuencia, Díaz nombró, negoció o removió, de acuerdo con sus intereses, preferencias o necesidades, a los gobernadores y a los integrantes de las cámaras, fortaleciendo aún más la centralización del poder.

Los gobernadores de los estados fueron servidores incondicionales del presidente, le otorgaron autoridad política y fuerza material, ejercida a través de jefes políticos y caciques. Se creó una jerarquía de sumisión de poderes y de funcionarios. La voluntad de Porfirio Díaz fue imperando y, conforme se perpetuaba en el poder, se convirtió, como lo llamaba la prensa, en el Gran Protector y Árbitro Supremo de la vida política nacional, en un ámbito donde la mayoría de la población desconocía lo que era el Estado, los poderes públicos y las instituciones sociales y políticas.

Las siguientes reelecciones de Díaz también se realizaron con base en movilizaciones de apoyo. Manuel Romero Rubio, suegro del presidente, en 1892 fundó el Partido Unión Liberal, cuyos miembros instalaron en la Ciudad de México la Convención Nacional y, ante los representantes de los 22 estados de la Federación, declararon candidato a Porfirio Díaz. Por su parte, los periódicos El Monitor Republicano, El Diario del Hogar y El Hijo del Ahuizote brindaron su apoyo a la marcha de estudiantes en la capital desafiando al gobierno; sin embargo, éste los persiguió y encarceló, asegurando de este modo que no hubiera una oposición electoral fuerte ni real.

Una vez concluido este nuevo periodo presidencial, en 1896, sin mayor preámbulo, la Cámara de Diputados, erigida en Colegio Electoral, declaró presidente a Díaz, una vez más. Y de la misma manera continuó siendo reelegido legal y periódicamente, hasta 1910. Las elecciones que se celebraban cada periodo, constituían el rito de paso que servía para guardar las formas, es decir, la apariencia de que en México había un gobierno elegido por el pueblo. Pero sólo era una apariencia.

Economía

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El gobierno de Díaz favoreció la inversión extranjera. A partir de 1893, la cabeza de este plan de desarrollo económico fue José Yves Limantour, de ascendencia francesa y miembro del grupo de Los Científicos. Buena parte del capital invertido en México era francés, sobre todo en banca, comercio, textiles y minería. En los ferrocarriles, la minería y el petróleo eran de gran importancia las inversiones inglesas, estadounidenses, alemanas y españolas. Minas, petróleo, ferrocarril, textiles, plantaciones de azúcar: la mayoría tenía capital extranjero. Aparentemente el país prosperaba, creando estabilidad económica, pero ciertos sectores de la sociedad seguían en su miseria ancestral.

Díaz crea nuevas haciendas privadas y ampliar las antiguas. Hasta 1910, aproximadamente once mil haciendas controlaban 57 % del territorio nacional mientras quince millones de campesinos, alrededor de 95 % de las familias rurales, carecían de tierra.[120]

El acelerado desarrollo científico y técnico de este periodo histórico dio lugar a la expansión económica y a la revolución agrícola, industrial y social. Los medios de comunicación tuvieron grandes avances, facilitaron el comercio y el desarrollo industrial, así como la emigración y los cambios sociales. La industrialización propició que se acentuaran cada vez más las diferencias existentes entre las clases sociales. Para aquellos beneficiados por el progreso la nueva sociedad era representada de manera bella y amable (Bella época) o como “sociedad de consumo”, integrada por la burguesía que buscaba un alto nivel de vida. Esta visión expresaba los ideales de su tiempo y contrastaba con la que se vivía dentro de minas, fábricas y talleres, donde la calidad de vida era infrahumana. Con el crecimiento de la industria en el mundo, también aumentó la mano de obra asalariada y, casi al mismo tiempo, se fortalecieron los movimientos obreros que lucharon por sus derechos políticos y sociales alrededor del mundo. Esta ola fue expresada en el fortalecimiento del sindicalismo y el socialismo.

La influencia de las potencias imperialistas se reflejó en México a partir de la primera década del Porfiriato, cuando dio inicio el reordenamiento político y socioeconómico del país, periodo en que se alcanzó significativo desarrollo en ramos como la siderurgia, las comunicaciones y los transportes. Las consecuencias más importantes de estas transformaciones fueron, por una parte, la integración como nación independiente al mercado mundial pero subordinada a los capitales extranjeros, y por otra, el fortalecimiento del poder centralizado del Estado.

Huelgas

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Huelga de Cananea.

La política de conciliación pactada por Díaz con los grupos de poder nunca se extendió hacia la sociedad, por el contrario, mientras mayores eran los apoyos económicos y gubernamentales a las compañías y terratenientes, mayor resultaba la explotación sobre los trabajadores y las clases sociales desposeídas. Como consecuencia de estas condiciones de desigualdad y abusos, se presentaron múltiples levantamientos de peones y jornaleros, trabajadores de las haciendas, que eran mantenidos en condiciones de explotación y miseria.

Por su parte, las comunidades indígenas lucharon por mantener sus tierras y su autonomía. Especialmente combativos fueron los indios yaquis de Sonora, quienes se levantaron en armas al perder sus tierras, como consecuencia de las concesiones oficiales otorgadas a los especuladores. Los mayas, que vivían en la península yucateca, tuvieron la misma suerte y fueron trasladados de manera forzada al norte del país. Durante este periodo, todos los levantamientos indígenas fueron reprimidos.

Sociedad

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Periodismo

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Hojas del Hijo del Ahuizote en una edición de 1887.

Las principales muestras de descontento hacia la dictadura de Díaz se iniciaron desde principios del siglo XX. Los opositores utilizaron las páginas de periódicos como Regeneración, El Hijo del Ahuizote, Diario del Hogar y Tilín Tilín para fundamentar y divulgar las razones de la inconformidad popular; entre los articulistas más críticos hacia el régimen destacaron por su activismo Filomeno Mata, Antonio Díaz Soto y Gama, Antonio I. Villarreal, Camilo Arriaga, Luis Cabrera y los hermanos Ricardo, Enrique y Jesús Flores Magón, quienes en 1900 formaron el Club Liberal Ponciano Arriaga, desde el cual demandaron reformas sociales en favor del proletariado e intentaron unir a la oposición democrática. En 1903 fundaron el Círculo Liberal.

En respuesta, el gobierno intensificó las presiones en contra de los hermanos Flores Magón y otros periodistas liberales. El periódico Regeneración fue censurado y prohibido, lo que ocasionó la huida de los hermanos hacia Estados Unidos para continuar su lucha desde San Luis Misuri, donde reanudaron la publicación de su periódico, fundaron el Partido Liberal Mexicano y publicaron el Plan Liberal. Éste se dio a conocer en toda la República y dio lugar a un levantamiento que tuvo eco en Acayucan, Veracruz.

Entrevista Díaz-Creelman

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James Creelman.

En 1904 Porfirio Díaz se reeligió, pero introdujo dos cambios en el sistema: la vicepresidencia de Ramón Corral y el sexenio, en vez del cuatrienio acostumbrado. El objetivo era no reelegirse más.

Para 1908 Díaz estaba cercano a los ochenta años de edad. Se realizó una reunión en el Palacio Nacional entre James Creelman (periodista del Pearson's Magazine) y Díaz en que este último anunció que ya no competiría por la presidencia en las elecciones de 1910, convulsionando al país:[121][122]

He esperado pacientemente el día en que el pueblo de la República Mexicana estuviera preparado para escoger y cambiar a sus gobernantes en cada elección, sin peligro de revoluciones armadas y sin daño para el crédito y el progreso nacionales. ¡Creo que ese día ha llegado! [...] Cualesquiera que sean las opiniones de mis amigos y partidarios, me retiraré del poder al concluir el actual periodo de gobierno... La nación está bien preparada para entrar definitivamente en la vida libre.

En la actualidad se considera que Díaz quiso aparentar una verdadera democracia ante los ojos públicos y, totalmente fuera de lo planeado, provocó que el país se convulsionara políticamente hablando.[123]

Agitación social

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El presidente Díaz comenzó a preocuparse por los acontecimientos que se suscitaban en el país entre 1908 y 1910, entre ellos:

  • La publicación del libro La sucesión presidencial, escrito por Francisco I. Madero.
  • La profusa difusión de obras que influyeron en la actividad política del país, como ¿Hacia dónde vamos? de Querido Moheno, La reelección indefinida de Emilio Vázquez Gómez, La vicepresidencia de la República y Cuestiones electorales de Manuel Calero, entre otras.
  • La creación del Centro Antirreeleccionista en la Ciudad de México, encabezado por Emilio Vázquez Gómez, Francisco I. Madero, Filomeno Mata, Roque Estrada y Luis Cabrera.
  • La circulación del periódico de oposición El Antirreeleccionista, dirigido por Félix Palavicini.
  • La postulación del general Bernardo Reyes como candidato del Partido Democrático, así como la organización de clubes reyistas y el Club Soberanía Popular.

Revolución

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Antecedentes

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  • Sociales: Injusticias sociales, despojamiento de tierras, sistema oligárquico dictatorial y despejo de tierras a campesinos y otros terrenos baldíos.
  • Económicos: tiendas de raya y el peonaje, improductividad agrícola en las haciendas, latifundios, inversionistas privados y capitales extranjeras.
  • Políticos: la reforma constitucional releccionista, ineficiencia del voto popular, supremacía del caciquismo sobre el federalismo y la abundancia de la ideología positivista apoyada por los Científicos.

El principal opositor para las elecciones de 1910 era Francisco I. Madero, que muchos esperaban que diera fin a la dictadura al ganar; sin embargo, meses antes de estas fue encarcelado por la policía y el día de las elecciones ganó Díaz. Al enterarse de las noticias, decidió escapar de la cárcel y huir a San Antonio (Texas). En octubre del 1910 redactó el Plan de San Luis, en el que instaba a la población sublevarse contra Díaz para el 10 de noviembre, el reparto agrario y el apoyo al voto popular.

Derrocamiento de Díaz

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Francisco I. Madero.

El 20 de noviembre había sido la fecha pactada para comenzar con el levantamiento armado. Tan solo en ese mismo día, ocurrieron un total de treinta y un levantamientos armados en diversas zonas del país, que en su mayoría eran de regiones rurales, entre los cuales se puede destacar: Jesús Agustín Castro en Durango; Emiliano Zapata en Morelos; Rómulo Figueroa Mata y Ambrosio Figueroa Mata en Guerrero; José de la Luz Blanco, Pascual Orozco y Francisco Villa en Chihuahua; y José María Maytorena, Cesáreo Castro, Eulalio Gutiérrez y Luis Gutiérrez en Coahuila.[124]

Gobierno de Francisco I. Madero

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En octubre de 1911 se realizaron las elecciones extraordinarias donde salió victorioso Madero y, al mes siguiente, asumió la presidencia. El Congreso se opuso a realizar cualquier cambio que afectara a los interés bancarios, industriales y agrícolas de los grupos adinerados.

Por consiguiente, el 28 de noviembre de 1911 Emiliano Zapata publicó el Plan de Ayala donde se proclamaba en contra de Madero por no respetar el respeto agrario; su lema era «Tierra y Libertad». El gobierno de Madero estuvo plasmado de grandes presiones zapatistas y de grupos y sindicatos obreros que reclamaban sus derechos.

Decena Trágica

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Sin embargo, bajo un contexto sumamente polarizado en el país, Victoriano Huerta (que era el líder militar del país) en apoyo de otros militares realizó un golpe de Estado militar conocido como la Decena trágica, durando de 9 al 19 de febrero de 1913. Se desarrolló en los siguientes pasos: sublevación de los integrantes en cuestión, la liberación de presos militares porfiristas, asalto de dependencias y el encarcelamiento de Madero; terminó con la renuncia de este último y su vicepresidente José María Pino Suárez. Sin embargo, tres días después (el 21 de febrero) fue asesinado junto a su vicepresidente y su hermano.

Dictadura militar de Victoriano Huerta

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Victoriano Huerta

Bajo un elaborado golpe militar, Victoriano Huerta asumió la presidencia bajo vías legales. Su dictadura fue apoyada por diversos militares, hacendados, el clero y diversos gobernadores; aunque, tras su nombramiento, Zapata, Francisco Villa y Venustiano Carranza (gobernador de Coahuila) se pronunciaron en su contra.

Para el 26 de marzo de 1913 Carranza proclamó el Plan de Guadalupe donde desconocía el gobierno de Huerta e instaba al resto de los gobernadores a hacer lo mismo. Huerta durante su corto mandato persiguió, asesinó y mató a sus contrincantes políticos, entre ellos, a un gran número de diputados como Belisario Domínguez.

Del 21 al 23 de noviembre de 1913 ocurrió un intento de intervención estadounidense por el Puerto de Veracruz, en la que se acordó el Pacto de Torreón donde Zapata, Villa y Carranza se coalicionaron en contra de Huerta y de los estadounidenses.

Lucha de facciones

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Fotografía de Zapata y Villa en la Convención de Aguascalientes.

El 13 de agosto se firmaron los Tratados de Teoloyucan donde Huerta renunció y es exiliado. Provincialmente se nombra a Francisco S. Carvajal, sin embargo, poco después renunció y huyó de la Ciudad de México.

Como lo marcaba el Pacto de Torreón, se convocó la Convención de Aguascalientes por Carranza, sin embargo, al ser él quien la había convocado no le resultó agradable para Villa y Zapata, pero aun así fueron.

En la Convención fue nombrado a Eulalio Gutiérrez como el presidente provisional; pero, Carranza (que se puso en contra de los ideales zapatistas y villistas desconoció los gobiernos convencionalistas y se proclamó como jefe máximo del ejército constitucionalista, habiendo dos gobiernos paralelos a la vez. A partir de ahí hay varias luchas entre los constitucionalistas y convencionalistas.

El 23 de octubre se realizaron las elecciones extraordinarias de 1916 para nombrar a los diputados que formarían en la redacción de una nueva carta magna. Una vez electos, de diciembre de 1916 a enero de 1917 se juntaron en Querétaro para redactarla y fue publicada el 5 de febrero de 1917.

Gobierno de Venustiano Carranza

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Venustiano Carranza.

Con la victoria constitucionalista se convocaron a elecciones en marzo de 1917 donde Carranza ganó, asumiendo como presidente el 1 de mayo de 1917. Zapata fue asesinado en 1919 por una emboscada organizada por Carranza.

Para las elecciones de 1920, Obregón se perfiló como candidato con amplias probabilidades de ganar. Concentrado en la consolidación de un gobierno civil, y viendo a Obregón como la representación de un caudillismo militar, Carranza impuso la candidatura de Ignacio Bonilla, causando molestia entre los seguidores de Obregón y generando una nueva ruptura política.

El Plan de Agua Prieta inició como una insurrección armada iniciada por Plutarco Elías Calles y Adolfo de la Huerta en abril de 1920, con el objetivo de derrocar al entonces presidente Venustiano Carranza. Álvaro Obregón condujo esta revolución, la cual concluyó con la muerte de Carranza.

México posrevolucionario

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En la historiografía mexicana, se le denomina «Periodo Postrevolucionario» al transcurrido entre el final de la Revolución Mexicana y el inicio del México contemporáneo, por lo que, la periodización puede abarcar diferentes fechas según los distintos autores. Las dos fechas más comunes del fin de la Revolución Mexicana son 1917 y 1920: este artículo clasifica su final en 1920, con la presidencia provisional de Adolfo de la Huerta, por lo que puede variar. Mientras que, se considera a la época contemporánea de la historia mexicana continúa actualidad e principalmente con dos fechas según el artículo: 1936 (con el fin del Maximato y el inicio del gobierno de Lázaro Cárdenas, el primer presidente sexenal) y 1940 (con el fin del gobierno de Lázaro Cárdenas, caracterizado por las últimas consecuencias directas de la postrevolución). Por lo que, este periodo considerará el periodo en cuestión entre 1920 y 1936, durando un total de dieciséis años.

Gobierno de Adolfo de la Huerta

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Adolfo de la Huerta en 1922.

Adolfo de la Huerta fue presidente provisional desde el 1 de junio de 1920 hasta el 30 de noviembre del mismo año. Durante esos cinco meses se propuso reorganizar el gobierno, lograr la paz interna y convocar a elecciones generales para renovar el poder ejecutivo y legislativo. De la Huerta adoptó una actitud conciliadora hacia los grupos disidentes y reconoció la fuerza militar de quienes lo apoyaron.

La formación de su gabinete fue muestra de esa intención, ya que estuvo integrada por algunos representantes de grupos revolucionarios. Su actitud conciliadora hacia los grupos disidentes y hacia la fuerza militar que le apoyó lo llevó a formar un gabinete integrado por algunos representantes de grupos revolucionarios[125]​, entre ellos destacan dos que serían futuramente presidentes: Plutarco Elías Calles como secretario de Guerra y Marina (quien posteriormente iría ganando más poder político) y Pascual Ortiz Rubio como secretario en Comunicaciones y Obras Públicas.

La pacificación del país significó la eliminación de los jefes militares partidarios de Carranza, sobre todo los más destacados como Pablo González, Cándido Aguilar y Manuel M. Diéguez (que fueron relevados de su mando y exiliados) y la incorporación de sus tropas al ejército federal controlado ahora por sonorenses. El siguiente paso fue buscar la reconciliación de zapatistas y villistas.

En cuanto a los primeros, se les incorporó al ejército federal en calidad de División del Sur. En tanto a los segundos, se logró poner una solución negociada que consistía en que las unidades villistas fueran disueltas a cambio de que el gobierno otorgara un reparto de tierras a los soldados veteranos: a Pancho Villa se le ofreció una hacienda en Chihuahua donde tendría la oportunidad de incorporarse a la vida civil como terrateniente. Tras varias negociaciones, Villa aceptó, y el 28 de julio firmó el acta de rendición; un mes después se estableció en la Hacienda de Canutillo.

Después de que entregó el mando de sus tropas y quedó licenciado del ejército, Álvaro Obregón reanudó su campaña electoral interrumpida por la lucha contra Carranza, y aunque el Partido Nacional Republicano postuló al ingeniero Alfredo Robles Domínguez como candidato a la presidencia, la victoria obregonista era inminente porque tenía a su favor una enorme red de apoyos compuesta por numerosas organizaciones estatales.

Las elecciones de 1920 se llevaron a cabo en dos jornadas: 1 de agosto de 1920 fue la elección legislativa donde se disputada a 58 senadores de la república y 274 diputados federales; el 5 de septiembre del mismo año fue la elección presidencial, donde ganó Álvaro Obregón por el Partido Laborista Mexicano (PLM) con el 94.8 % de los votos.

Gobierno de Álvaro Obregón

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Fotografía de Álvaro Obregón. Tomada c. 1921.
Aunque la guerra no destruyó fábricas, hubo una reducción en la producción industrial. (Fotografía de Fundidora de Fierro y Acero de Monterrey, hoy Parque Fundidora).

El 1 de diciembre de 1920, asumió la presidencia de la República. Tomó la reconstrucción del país era prioritaria, tanto física como moral, como una de sus mayores prioridades.[126]

Situación economía

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Durante el proceso revolucionario la economía del país soportó serios problemas: la producción agrícola estaba paralizada pues varios campesinos abandonaron el campo para enrolarse en las filas del gobierno o las revolucionarias. En 1911 la producción industrial era de setenta y un mil toneladas, mientras que en 1921, fue de tan solo cuarenta y dos mil;[127]​ sin embargo, cabe destacar que ciertas industrias —como la del cemento o metales— continuaron en desarrollo, ejemplo de ello fue la Fundidora de Fierro y Acero de Monterrey que mantuvo su producción constante de cincuenta mil toneladas al año.[127]

Por lo tanto, la política económica tuvo como tarea consolidar el aparato productivo. Sin embargo, el país enfrentaba problemas: la insuficiente circulación monetaria, la carestía, escasez y especulación con productos alimenticios y de consumo, lo cual obstaculizaba el desarrollo de la economía del país.

Industria petrolera
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La industria petrolera tuvo una posición difícil, pues carecía de una legislación que la normara. Esta industria dependía de los acuerdos firmados por la presidencia y la Suprema Corte de Justicia con las compañías petroleras extranjeras, las cuales se amparaban en las leyes de su gobierno. Por lo tanto, el gobierno mexicano tenía que anular las normas constitucionales y, en consecuencia, no podía obtener los suficientes recursos fiscales para cumplir con sus obligaciones. Así que el presupuesto nacional era exiguo.

El gobierno creó el Departamento del Petróleo para explorar y explotar mantos petrolíferos; pero en realidad, esto no beneficiaba al país por lo anteriormente mencionado.

Política económica y reparto agrario
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El artículo 27.º constitucional consagraba tanto el derecho a la propiedad privada como a la pública; con esta referencia, Obregón normó su política agraria. Pero el problema era que aún prevalecían los problemas antiquísimos: el reparto agrario y la producción del campo[127]​. La infraestructura era inexistente, no se habían construido obras de riego, presas, canales, caminos y otras obras para el desarrollo del país; por lo tanto, el mayor porcentaje de la producción agrícola era de temporal, sólo en tiempo de lluvias era posible la producción en el campo. Muchos terrenos fueron abandonados por no ser aptos para el trabajo agrícola.

Mientras tanto, el latifundismo continuaba y Obregón estaba a favor de éste porque el reparto de la propiedad no solucionaba el problema de la tenencia de la tierra; pues consideraba que de esa manera se destruía la propiedad, se afectaba la producción y, en consecuencia, se perjudicaba la economía del país.[127]

Además, Obregón se pronunciaba en favor de aquellos que con su esfuerzo hicieron producir el campo. Para Obregón, el problema de la tenencia de la tierra se resolvería en función del trabajo. El reparto agrario sólo se haría cuando el propietario o latifundista no trabajara de manera adecuada la tierra o cometiera injusticias contra sus jornaleros. A pesar de esta posición, se repartieron 971 627 hectáreas y con ello comenzó la reforma agraria[127]​.

Educación, arte y cultura

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José Vasconcelos, primer secretario de Educación.

El 3 de octubre de 1921 se creó la Secretaría de Educación Pública (SEP), o sea, una nueva secretaría de estado en México. José Vasconcelos fue el primer titular de esta institución y con el apoyo de Obregón emprendió una campaña en favor de la enseñanza: elaboró un proyecto educativo nacional, que incluía la alfabetización y la construcción de aulas, escuelas rurales y bibliotecas públicas. Se formaron misiones culturales y se publicaron obras clásicas a precios populares. Además, se estableció el Departamento de Bellas Artes.[128]

La creación de esa Secretaría permitió la fundación de la Escuela Mexicana de Pintura y el muralismo cobró auge. Se organizó el Sindicato de Obreros, Técnicos, Pintores y Escultores, con la participación de David Alfaro Siqueiros, Diego Rivera, José Clemente Orozco, Xavier Guerrero, Carlos Mérida y muchos otros. El mexicanismo y la historia nacional están presentes en la obra de esos artistas, que incluso revolucionaron de manera técnica las artes plásticas.

En las artes destacaron muchos artistas. En el campo musical, Manuel M. Ponce; en la literatura, Ramón López Velarde, Enrique González Martínez, José Vasconcelos, Alfonso Reyes Ochoa, Amado Nervo, entre otros.

Política exterior

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Calvin Coolidge, presidente de Estados entre 1923 y 1929, se negaba a reconocer el gobierno de Obregón hasta llegar a un acuerdo.

El gobierno de Obregón reconoció a la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), el primer país socialista en la historia. Ese país había sido agredido por Estados Unidos, Inglaterra y Francia, con el propósito de acabar con el régimen socialista, considerado una amenaza para sus intereses. Por otras parte, los gobiernos de Gran Bretaña y Estados Unidos habían reconocido a Carranza; pero ahora desconocían a los gobiernos de Adolfo de la Huerta y de Álvaro Obregón, pues veían en peligro sus intereses petroleros expresados en las secciones anteriores.[129]​.

Estados Unidos pretendía que se firmara un «Tratado de Amistad y Comercio»; pero el gobierno estadounidense puso como condición que se hiciera con un marco jurídico similar al porfirista; es decir, contrario al nuevo artículo 27.º constitucional.

Para presionar al gobierno mexicano, navíos de guerra norteamericanos anclaron en Tampico; y —ante estas amenazas— México redujo los impuestos a la producción petrolera. Además del Tratado de Amistad y Comercio, también se discutieron los asuntos de la deuda externa y el petróleo.

Se llevaron a cabo diecinueve sesiones entre ministros de ambos países en la calle Bucareli del Centro Histórico de la Ciudad de México —razón del nombre de los tratados— en los que se pretendían arreglar las quejas provenientes de estadounidenses por daños y perjurios debido al proceso revolucionario entre 1910 y 1920; se pretendía llegar a un «entendimiento satisfactorio»[130]​. El gobierno mexicano haría concesiones a los propietarios y a los intereses extranjeros, sin socavar la soberanía del país; la firma del tratado no sería una condición para el reconocimiento del gobierno mexicano.

El Tratado de Bucareli fue firmado por Álvaro Obregón el 13 de agosto de 1923 con el que se llegó, esencialmente, a los siguientes acuerdos:[131]

  • Las propiedades agrícolas expropiadas a estadounidenses se pagarían con bonos, si no eran mayores a 1755 ha.
  • Las propiedades que rebasaran dicha extensión, el pago sería de inmediato y pagadas de contado.
  • Se integraría una comisión que se encargaría de revisar las reclamaciones pendientes a partir de 1868; las reclamaciones originadas por la Revolución se resolverían aparte.
  • Con relación al petróleo, el artículo 27.º no era retroactivo para los norteamericanos que habían adquiridos sus concesiones anteriores a la promulgación de la nueva carta magna, lo que les permitía seguir explotando libremente el hidrocarburo.

Aquel tratado no tuvo una validez oficial entre los congresos de ambos países, siendo únicamente un acuerdo informal, que comprometía únicamente a Obregón pero no a sus sucesores. Se desconoce la cantidad de dinero pagada a estadounidenses durante el período presidencial de Obregón; el tratado contenía una parte pública y otra privada. El 10 de septiembre de 1923 Estados Unidos normalizó sus relaciones con México[129]​.

Asesinato de Francisco Villa

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Con la llegada de Obregón a la presidencia promovió abiertamente sus intenciones —más o menos directas— de orquestar el asesinato de Villa. Con la revolución delahuertista (que será explicada en la siguiente sección) se decidió oficialmente el destino de Villa. Plutarco Elías Calles le ofreció al general Lara orquestar el asesinato a cambio de una suma de dinero y un ascenso de rango; el 20 de julio de 1923, mientras Villa iba en coche por las proximidades de Parral, fue emboscado y asesinado[132]​. Posteriormente su cabeza fue decapitada y, aunque fue enterrada con el resto de su cuerpo, cabe destacar que fue extraída de su tumba en 1926, convirtiéndose la ubicación de su cabeza como unas de las mayores leyendas urbanas y teorías de conspiración más famosas de México.[133]

Revolución delahuertista

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Adolfo de la Huerta en 1922.

Por su parte, el expresidente Adolfo de la Huerta, quien figuraba en el gabinete obregonista como secretario de Hacienda, consideró que el tratado violaba la soberanía nacional y sometía a México a «condiciones humillantes». De la Huerta acusó a Obregón de traición a la patria, mientras que él, a su vez, fue acusado de incompetencia en el desempeño de su cargo y se le hizo responsable de la terrible situación de las finanzas. De la Huerta renunció a su cargo y se trasladó a Veracruz, desde donde lanzó un manifiesto que desató la rebelión delahuertista en diciembre de 1923.

Debido a su aislamiento geográfico, Tabasco se convirtió en el reducto más seguro para los rebeldes, quienes desconociendo al gobernador Tomás Garrido y posesionados de la capital del estado, nombraron como gobernador, primero a Manuel Ferrer Vega quien desempeñó el cargo los días 18 al 20 de enero y después a Manuel Antonio Romero que ocupó la gubernatura desde el 21 de enero hasta el 7 de junio de 1924 cuando terminó la rebelión.[134]

Adolfo de la Huerta dejó Veracruz el 5 de febrero para dirigirse a Villahermosa, antes, llegó al puerto de Frontera, al que el 20 de febrero a través de un manifiesto la declaró Capital delahuertista de México instalando ahí su gobierno.[135]​ De Frontera, salió el 11 de marzo rumbo a los Estados Unidos.[134]

El final de la rebelión delahuertista se comenzó a escribir, cuando las tropas federales tomaron Mérida y marcharon rumbo a Tabasco convertido en el último reducto de los rebeldes. El General Vicente González que se había pasado del lado de los rebeldes, regresó al ejército federal y tomó el puerto de Frontera, ante esto, el 7 de junio el gobernador delahuertista de Tabasco Manuel Antonio Romero abandonó Villahermosa huyendo hacia Guatemala, el General rebelde Cándido Aguilar, no pudiendo sostenerse en Campeche se encaminó hacia Tabasco con las fuerzas que lo seguían, en el camino se fue quedando sin soldados, y pese a que se unió al General Salvador Alvarado no pudieron resistir, y Villahermosa fue recuperada por las fuerzas federales el 17 de junio.[134]

La rebelión delahuertista había durado seis meses, el mismo lapso que Tabasco estuvo sustraído de facto del pacto federal. Algunos de los jefes importantes como Cándido Aguilar y Guadalupe Sánchez se refugiaron en los Estados Unidos, pero otros como los generales Carlos Greene y Salvador Alvarado de conocida filiación revolucionaria, fueron asesinados,[134]​ el primero fue fusilado en su hacienda de Comalcalco, Tabasco, y el segundo fue capturado y asesinado por Diego Zubiaur, uno de sus escoltas, en el rancho «El Hormiguero» en Montecristo, Tabasco cuando era conducido hacia la cárcel del puerto de Frontera.[136]

Obregón debió enfrentar militarmente a los delahuertistas y los venció finalmente en febrero de 1924 gracias en gran parte a la creación de un nuevo servicio aéreo. Hay que señalar que el gobierno de Obregón recibió el apoyo del gobierno estadounidense en forma de aviones de combate y munición para enfrentar la rebelión. Tras el fracaso de la rebelión, Adolfo de la Huerta se exilió en Los Ángeles.

Gobierno de Plutarco Elías Calles

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El presidente Plutarco Elías Calles.

Tras las elecciones de 1924, Plutarco Elías Calles resultó como presidente electo por el Partido Laborista Mexicano (PLM) con el 84.15 % de los votos. Él heredó de Álvaro Obregón la política del gobierno sólido cuyo objetivo era la reconstrucción nacional, a través de un Estado fuerte, sustentado en el populismo y en el principio de la conciliación de clases. En este periodo empezaron a materializarse las metas del ajuste económico y de instituir un nuevo orden político.

El nuevo mandatario era un político entre los militares que supo ganarse a los más importantes líderes de la época para que le permitieran continuar con la reconstrucción del país. Calles asentaría su poder sobre cuatro pilares:

Política interna

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Durante el mandato de Calles: se llevó a cabo una reforma para obtener mayores ingresos para el Estado; se reorganizó el sistema fiscal y se estableció un sistema bancario; y se creó el Banco de México, la Comisión Nacional Bancaria, el Banco de Crédito Agrícola, el Banco Cooperativo Agrícola, la Comisión Nacional de Caminos y la Comisión Nacional de Irrigación.

La intervención del Estado en la economía no sustituyó a la iniciativa privada, pero le abrió el camino. También se creó el Impuesto Permanente sobre la Renta y se estableció el sistema proporcional para gravar a quienes recibían mayores ingresos.

Otra gran transformación institucional fue la del sector militar. Se hicieron reformas para la modernización del ejército, y para someterlo a un control bajo el Estado. El objetivo era marcar una separación entre las actividades políticas y las militares.

Otra de las grandes preocupaciones del pueblo era la posesión de la tierra. Calles favoreció a la pequeña propiedad agrícola, en detrimento del ejido. Esta tendencia quedó plasmada en la Ley Reglamentaria de Tierras Ejidales y la Constitución del Patrimonio Parcelario Ejidal, en la que se planteaba la división obligatoria de las tierras comunales y ejidales en parcelas individuales (Ley Bassols). Al mismo tiempo, los campesinos crearon organismos para defender sus intereses, como la Liga Nacional Campesina y la Liga de Comunidades Agrarias.

Guerra Cristera

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Mapa con las regiones donde hubo brotes cristeros.
     Brotes de alta importancia     Brotes de mediana importancia     Brotes esporádicos de poca importancia

La Guerra Cristera o «Cristiada», fue con conflicto transcurrido entre 1926 y 1929. Se caracterizó por Calles, donde se efectuó un conflicto armado entre el gobierno y milicias de laicos contra presbíteros y religiosos católicos que resistían la aplicación de legislación y políticas públicas orientadas a restringir el poder y la participación de la Iglesia católica sobre los bienes de la nación así como en procedimientos civiles. Luis González y González, historiador mexicano, describió el conflicto como «una guerra sangrienta como pocas: el mayor sacrificio humano colectivo en toda la historia de México». Además de las 70.000 vidas perdidas, también significó una caída fulminante de la producción agrícola y la migración de 200 000 personas[138][139]​.

Hacia 1919, los católicos habían fundado el partido político Nacional Republicano, y exigieron que fuera reformada la Constitución al tiempo que organizaban manifestaciones contra el gobierno revolucionario y gritaban por la Ciudad de México sus filiaciones religiosas.

Los eventos que precipitaron el conflicto se encuentran varias matanzas de fieles católicos a la salida de actos de culto en templos católicos; y por el otro lado, las atrocidades de los cristeros en contra de los Maestros Rurales desarmados que en sí ni siquiera formaban parte en el conflicto[140][141][142]​: los amenazaban en dejar sus escuelas en las comunidades, y a muchos se les cortaron las orejas cuando se negaron, razón por lo que se les conocía como «mochaorejas»; en los peores casos, los maestros fueron torturados y asesinados por los cristeros. Se ha calculado que al menos 300 maestros fueron asesinados entre los años 1935 y 1939[143]​; estos eventos no fueron registrados por los principales diarios del País, ya que fueron censurados por el gobierno de Calles, aunque algunos diarios extranjeros sí lo reportaron.

Cristeros colgados en Jalisco. Durante la Guerra Cristera, los rebeldes eran fusilados y posteriormente colgados como escarmiento.

En febrero de 1925 los dirigentes de CROM concibieron la idea de formar una Iglesia católica separada de Roma y pusieron en práctica su proyecto en un templo de Ciudad de México, el cual tomaron violentamente, por las armas, y donde instalaron al sacerdote renegado para que fuera el patriarca de la nueva Iglesia. Por ese tiempo, los gobernadores anticlericales de los Estados de Veracruz y Tabasco dictaron decretos para limitar las funciones de los sacerdotes. En protesta, los jóvenes católicos fundaron, en marzo de 1925, la Liga Nacional de Defensa Religiosa.

El conflicto entre la Iglesia y el gobierno se agudizó cuando el arzobispo de México, José Mora del Río, realizó protestas contra las disposiciones que se referían a las cuestiones religiosas en el artículo 130 de la Constitución. Calles ordenó al procurador de Justicia la detención del arzobispo, lo cual produjo numerosas protestas de los católicos y de varios embajadores extranjeros.

El 14 de junio de 1926, el gobierno Calles expidió una Ley adicional que fue publicada el 2 de julio del mismo año, en la que limitaba el número de sacerdotes en cada estado y donde se establecía que todos los sacerdotes del país que debían registrarse con cada presidente municipal y solamente podrían ejercer sus funciones quienes tuvieran una licencia otorgada por el Gobierno.

Esta ley efectivamente no solamente no separaba Iglesia y Estado, sino que el gobierno adquiría «Carta blanca» legal para inmiscuirse a su antojo en los asuntos internos de las Iglesias Católica. Debido a la Ley Calles, fueron clausurados 142 templos en el País y varias capillas en asilos de beneficencia privada abiertos al público, se cerraron 73 conventos y se expulsó a numerosos sacerdotes extranjeros. Ante estas agresiones por parte del gobierno, a finales de julio de 1926, el episcopado mexicano ordenó la suspensión de todos los actos de carácter religioso.

Cristeros de San José de Gracia (Michoacán): al centro, con sable, Anatolio Partida, a la derecha, Honorato González.

El gobierno de Calles, para combatir a los rebelados, invirtió enormes recursos económicos, materiales y humanos, pues tuvo necesidad de emplear más de 200.000 soldados.

Emilio Portes Gil, comenzó una larga negociación, en la que participó como mediador, el recién llegado embajador estadounidense, Dwight Morrow. Se logró un acuerdo de amnistía general para todos los levantados en armas que quisieran rendirse. Se acordó devolver las casas curales y episcopales, y evitar mayores confrontaciones en lo sucesivo.

El acuerdo no tomó en cuenta a los 500.000 combatientes del ejército cristero que para ese momento habían sufrido 25 000 bajas. Decepcionados, la mayoría dejó las armas, otros, aun bajo la condena de las autoridades eclesiásticas continuaron la lucha durante varios años. Aquella guerra no solo costó 70.000 vidas sino una caída fulminante de la producción agrícola y la emigración de 200 000 personas.

En enero de 1928, Morrow y el secretario general de la National Catholic Welfare Conference, John Joseph Burke, promovieron un acercamiento entre el presidente y los obispos mexicanos. Expusieron a Calles las intenciones de la Iglesia mexicana de reanudar el culto público y poner fin a la guerra. En respuesta, Calles se mostró dispuesto a escuchar las quejas que presentara cualquier prelado o simple particular, por injusticias cometidas a causa de algún exceso en la aplicación de la ley.

Maximato

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Logo del Partido Nacional Revolucionario (PNR).

La muerte de Álvaro Obregón motivó a Calles a expresar que México debía «pasar de ser un país de caudillos a ser uno de instituciones y leyes». En diciembre de 1928 se publicó el manifiesto del Comité Organizador del Partido Nacional Revolucionario (PNR), que nació como alianza de diversos partidos.

Calles se convirtió en el Jefe máximo de la Revolución, y en su calidad de hombre fuerte influyó en la vida política del país. De 1928 a 1934, ejerció un poder político equiparable al de jefe de Gobierno, aun sin ser el presidente de la república. Este periodo, conocido como Maximato, abarca los gobiernos de: Emilio Portes Gil, Pascual Ortiz Rubio y Abelardo L. Rodríguez.

Gobierno de Emilio Portes Gil

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Retrato oficial de Emilio Portes Gil como presidente de México.

Calles maniobró para que el Congreso designara como presidente interino a un obregonista moderado; la elección recayó en Emilio Portes Gil. Los acontecimientos más importantes durante su gobierno fueron:

  • Solución de la Guerra Cristera, retrasada a causa de conflictos políticos, se dio hasta el 21 de junio de 1929, después de que terminara el periodo presidencial de Calles, con la firma de «acuerdos» entre el gobierno y la Iglesia. Sin ceder en ninguno de sus principios revolucionarios ni derogar ley alguna, el gobierno concedió la amnistía a todos los cristeros que quisieran rendirse y ordenó la devolución de los templos y casas.
  • Oficialización de la constitución del Partido Nacional Revolucionario, el 4 de marzo de 1929.
  • Estallido de la crisis económica mundial que afectó al país en dos sentidos: la economía se contrajo y se agudizó el desempleo, por la repatriación de mexicanos desde Estados Unidos.
  • Rompimiento de relaciones entre México y la Unión Soviética (el gobierno mexicano declaró ilegal al Partido Comunista Mexicano y prometió ayuda a Augusto Sandino para sacarlo de Nicaragua.
  • Concesión de la autonomía a la Universidad Nacional de México el 22 de mayo de 1929, para pasar a llamarse Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

Puesto que el gobierno de Portes Gil era únicamente en calidad de interino, el país se preparó para las Elecciones extraordinarias de 1929. En el PNR hubo polémica sobre quién sería el elegido en la convención, pues al principio se había propuesto a Aarón Sáenz. En un cambio de último momento se decidió por el General Pascual Ortiz Rubio, quien había sido embajador en Brasil y no poseía una fuerza política comparable con Sáenz; según algunas opiniones contemporáneas, se considera que esta acción se realizó para que Ortiz Rubio pudiera ser manipulado políticamente por Calles.[144]

Elecciones de 1929
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José Vasconcelos, anterior secretario de Educación Pública y rector de la Universidad Nacional, fue el candidato por el Partido Nacional Antirreeleccionista (PNA). Su campaña fue, desde un inicio, apoyada por jóvenes en el norte del país y en Estados Unidos; pues, cuando fue notificado de la muerte de Obregón, Vasconcelos se encontraba exiliado en San Francisco[144]​. Con el apoyo de Manuel Gómez Morín, Vasconcelos tuvo el valor de enfrentarse al partido de Calles, el PNR, y probar su suerte con una candidatura civil. Su campaña, además de ser en extremo problemática mientras más se acercaban las elecciones, fue apoyada por la mayor parte de la clase media católica y los jóvenes. El tercer candidato fue Pedro Rodríguez Triana, por el Partido Comunista Mexicano (PCM), antes de que este fuera ilegal; la campaña de Triana se vio limitada, sobre todo en los estados del norte, donde la presencia de Vasconcelos fue muy aclamada[145]​.

La elección fue llevaba a cabo el 17 de noviembre de 1929. Es recordada como uno de los fraudes electorales más importantes en la historia de México, aunque ha sido poco documentada. El fraude fue denunciado por el grupo vasconcelista y el Partido Nacional Antirreeleccionista (PNA) (e, incluso, cónsules norteamericanos de diferentes estados de la república)[146]​. José Vasconcelos y muchos de sus seguidores documentaron varios de los eventos acontecidos en el día de la elección tales como el control total o parcial de urnas por parte del gobierno y el PNR[147]​.

Se llegaron a denunciar más votos por Ortiz Rubio que el total de votantes registrados en ciertas poblaciones. El resultado de las elecciones causó descontento en los sectores que lo apoyaban, pero sobre todo hizo que Vasconcelos no reconociera la victoria de Ortiz Rubio y huyera a Estados Unidos para manifestarse abiertamente en contra del presidente electo. En su exilio proclamó el Plan de Guaymas donde llamaba al país a levantarse en armas y proclamar su gobierno. La rebelión fue rápidamente contenida por el gobierno y perdió fuerza.[147]

Gobierno de Pascual Ortiz Rubio

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Pascual Ortiz Rubio. Último presidente en la historia del país que ha renunciado a su cargo, y único por voluntad propia (sin presión por opositores políticos).

Tras la severa crisis política por el fraude electoral, Calles impulsó un nuevo gabinete para Ortiz Rubio; por su futura importancia la política del país, destacaron el mismo Calles y Abelardo L. Rodríguez como secretarios de Guerra y Juan Andreu Almazán como secretario de Comunicaciones y Trasporte.

A inicios de 1930, ocurrió un atentado contra su vida orquestado por Daniel Flores González; él fue sentenciado a diecinueve años de prisión, sin embargo, fue encontrado muerto al año siguiente en su celda[148]​. Por otro lado, Ortiz Rubio padeció un trauma psíquico, que le produjo una neurosis incurable después de tres semanas de hospitalización, durante las cuales estuvo obligadamente al margen de la escena política; Calles siguió controlando la escena política del país durante aquellos tiempos[149]​.

Aunque su régimen fue breve, tuvo gran importancia. Entre las acciones más sobresalientes de su gobierno se encuentran:

  • La crisis política provocada por la pugna entre el secretario de Gobernación, Emilio Portes Gil, y el presidente, por el control de la política interna.
  • La crisis económica, que se manifestó en el cierre de fábricas y el ajuste de salarios, así como la persecución de obreros.
  • La ratificación de la libertad de culto.
  • La promulgación de la Ley Federal de Trabajo, que reglamentaba las relaciones obrero-patronales.
  • La Doctrina Estrada (impulsada por el secretario de Relaciones Exteriores, Genaro Estrada), mediante la cual el gobierno mexicano no reconocía ni desconocía Estados, únicamente mantenía o retiraba a sus diplomáticos. Entre ellos se puede destacar, el reconocimiento de la Segunda república española.
  • La ampliación de la red telefónica.

El 2 de septiembre de 1932, tras dos años de su gobierno (que se supondría que terminaría hasta 1934), renunció frente al Congreso de la Unión, haciendo eco a la atmósfera de golpe de Estado que se respiraba:[150]

Salgo con las manos limpias de sangre y dinero, y prefiero irme, y no quedarme aquí sostenido por las bayonetas del ejército mexicano.[151]

Gobierno de Abelardo L. Rodríguez

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Tras la renuncia de Ortiz Rubio, en términos del artículo 84.º constitucional, el Congreso se erigió en colegio electoral para designar al sustituto que debía concluir el período;[152]​ la propuesta del presidente sustituto se hizo por único grupo parlamentario que militaba en el Congreso, es decir, el Partido Nacional Revolucionario (PNR), quien propuso a los siguientes individuos:Alberto J. Pani, Joaquín Amaro Domínguez, Juan José Ríos y Abelardo Luján Rodríguez[153]​. Este último fue quien resultó elegido, pues cuando se escuchó su nombre en la terna del PNR, fue ovacionado, con lo que se entendió que sería electo por unanimidad[153]​.

La misión fundamental de Rodríguez fue preparar la transmisión de la presidencia al candidato del Partido Nacional Revolucionario para el sexenio (que ya se había empezado a plantear dentro de la política mexicana) de 1934-1940.

Durante su gobierno se desarrollaron las siguientes acciones:

  • Inició la política de estabilización de la moneda.
  • Apoyo al desarrollo industrial y el comercio.
  • Mejoramiento de las vías de comunicación.
  • Promulgación de la reforma antirreeleccionista a la Constitución,[154]​ que evitaba la reelección (sin importar la circunstancia del gobierno) de todos los cargos de elección popular, establecida a partir del 29 de abril de 1933 y que actualmente sigue vigente, aunque con algunas breves diferencias.
  • Promulgación de la Ley de Nacionalización y Naturalización, el Código Sanitario, las Leyes Orgánicas del Ministerio Público Federal y la de los Tribunales Federales.
  • Inauguración del Palacio de Bellas Artes.

Gobierno de Lázaro Cárdenas

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Fotografía de Lázaro Cárdenas en 1937.

Situación política

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Lázaro Cárdenas del Río tomó posesión de su cargo el 1 de diciembre de 1934. Sin embargo, para este momento, Calles todavía tenía mucho poder e influyó en la conformación del gabinete de gobierno, tratando de imponer a Cárdenas las mismas condiciones que a los anteriores tres presidentes[155]​.

Ante tal situación, Cárdenas empezó a tomar medidas políticas que contravenían las directrices callistas, y hacerse de aliados para concentrar mayor poder de su lado, con apoyo de grupos al interior del PNR. De esta manera, Cárdenas pudo terminar los años del Maximato, exiliando a Calles, y logrando para la figura presidencial la figura de máxima autoridad como jefe de Estado y jefe de Gobierno.

Cabe recordar que para hacer frente a la crisis política como consecuencia del asesinato de Álvaro Obregón, Plutarco Elías Calles propuso organizar un partido que unificara los grupos políticos. De ese esfuerzo nació el Partido Nacional Revolucionario (PNR). En 1938, Cárdenas lo transformó en partido de sectores (campesino, obrero, militar y popular) y de Estado: el Partido de la Revolución Mexicana (PRM).[156]

Logo del Partido de la Revolución Mexicana (PRM).

En 1934 se realizó una reforma del artículo 3.º de la Constitución para establecer la educación socialista,[157]​ pero con ello no se refería a concepto hoy conocido como ‘propio del socialismo’, sino, a la igualdad de condiciones que cada mexicano tenía para acceder a su derecho de la educación.

El primer paso de la política de masas de Cárdenas consistió en afianzar la unidad con los grupos de trabajadores organizados, para que colaboraran en el desarrollo económico, no sólo como fuerza política, sino productiva, para el progreso del país.

En febrero de 1936 surgió la Confederación de Trabajadores de México (CTM) que reemplazó a la CROM como centro del movimiento obrero organizado; su primer secretario general fue Vicente Lombardo Toledano; Fidel Velázquez fue el secretario de organización. Lombardo estuvo en el cargo de 1936 a 1941; a partir de 1941 Velázquez se apropió de la dirección de la CTM.[156]

Así, esta organización obrera quedó subordinada desde sus inicios a los intereses del presidente. La política obrera se caracterizó por la creación de cooperativas de trabajadores, por mejorar las condiciones de trabajo y brindar apoyo a huelgas y movimientos obreros frente a los empresarios, principalmente de compañías extranjeras. Este apoyo se tradujo más tarde en la expropiación de las compañías y los obreros se afirmaron como una de las bases del gobierno cardenista.

La política obrera se caracterizó por la creación de cooperativas de trabajadores, por mejorar las condiciones de trabajo y brindar apoyo a huelgas y movimientos obreros frente a los empresarios, principalmente de compañías extranjeras. Este apoyo se tradujo más tarde en la expropiación de las compañías y los obreros se afirmaron como una de las bases del gobierno cardenista. Otra importante organización fue la Federación de Sindicatos de Trabajadores al Servicio del Estado (FSTSE), que integró la burocracia de Estado, sector que integraba el PRM, junto con el obrero, campesino y militar.

Banquete por el Sindicato de Santa Rosa (hoy Ciudad Mendoza, Veracruz) en enero de 1938. Aparecen otros tres personajes que ocuparían posteriormente la presidencia de la república: Ávila Camacho, Alemán Valdés y Díaz Ordaz.[nota 18]

Asimismo, Cárdenas fomentó el reparto agrario, transformó la propiedad rural, expropió 18 millones de hectáreas de las mejores tierras como las plantaciones de henequén en Yucatán, las tierras algodoneras de La Laguna o las tierras de regadío del valle del Yaqui, en Sonora. Así, la reforma agraria se llevó a fondo y grandes áreas cultivadas pasaron a los campesinos; también organizó un programa de créditos e impulsó la irrigación.

Para Cárdenas, la verdadera reforma agraria estaba en la formación del ejido, por lo que entregó las haciendas a los campesinos. El tipo de expropiación en su gobierno hacía del Estado el propietario de las tierras, y de los ejidatarios, sus beneficiarios. Esta tutela sobre los ejidatarios se amplió con el Banco de Crédito Agrícola. Así, el Estado intervenía para dirigir y asegurar la productividad agrícola.

El ejido se convirtió en una manera de organización y unificación política de los campesinos que se vio cristalizada con la creación de la Confederación Nacional Campesina (CNC). Esta organización integró a gran parte de las agrupaciones campesinas en una central incorporada al partido oficial, factores que convirtieron a las masas campesinas en uno de los principales pilares de apoyo del gobierno. Se dice que durante su periodo, fueron repartidas 18 millones de hectáreas a las comunidades y los ejidos.

La expropiación petrolera

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Monumento a la Industria Petrolera de México, inaugurada en 1952.

La política económica cardenista fue conocida como «nacionalismo económico», pues su principal pilar era el interés nacional sobre el privado y extranjero, tal y como estaba expresado en el artículo 27.º de la Constitución[158]​. En contraste con el Porfiriato, los creadores del nuevo régimen revolucionario plasmaron en la Constitución el derecho de propiedad de la nación de sus recursos naturales —como el petróleo—. El propósito del proyecto cardenista fue conservar dichos recursos y volver autosuficiente la economía nacional[158]​.

Como antecedente, en noviembre de 1936 se concretó la Ley de expropiación, que le otorgaba al gobierno federal el derecho de expropiar recursos naturales monopolizados en detrimento de la población. Con aquel fundamento, ya el 18 de marzo de 1938 el gobierno decretó la expropiación de las empresas petroleras extranjeras (principalmente estadounidenses, británicas y neerlandesas) existentes en el territorio nacional[158]​:

[…] Que es del dominio público que las empresas petroleras que operan en el país y que fueron condenadas a implantar nuevas condiciones de trabajo. […] Expresaron su negativa a aceptar el laudo pronunciado, no obstante de haber sido reconocida su constitucionalidad por ejecutoria de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, sin aducir como razones de dicha negativa otra que la de una supuesta incapacidad económica […]. Se declaran expropiados por causa de utilidad pública y a favor de la nación, la maquinaria, instalaciones, edificios, oleoductos, refinerías, tanques de almacenamiento, vías de comunicación, carros tanque, estaciones de distribución, embarcaciones y todos los demás bienes muebles e inmuebles.[159]

Como respuesta, las empresas extranjeras afectadas protestaron y solicitaron a México el pago de indemnizaciones muy altas, que superaban los quinientos millones de pesos de aquella época. El 20 de julio de 1938 se creó Petróleos Mexicanos (PEMEX), cuyo deber —como su nombre lo indica— estaba destino a administrar y dirigir el petróleo nacional tras la Ley de nacionalización concretada unos meses antes.[160]

La situación política se volvió tensa. El gobierno de Cárdenas se vio presionado en retroceder con el decreto, sin embargo, basándose en lo expresado del artículo 27.º constitucional y el hecho sobre la legalidad de la Ley —tanto en su expedición como en la legalidad de las inmediaciones—, no retrocedió ni se decretó nada que atentó contra lo logrado.[161]

Política exterior

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Identificaciones mexicanas de los refugiados españoles que se quedaron a vivir en la Ciudad de México.

Franklin D. Roosevelt (presidente de Estados Unidos en ese entonces), ante el inminente conflicto de la Segunda Guerra Mundial, siguió una política conciliadora y sólo exigió que se cumpliera el pago de las indemnizaciones por el petróleo. En cambio, Países Bajos y Reino Unido no aceptaron la expropiación. Ante esta situación, Cárdenas suspendió las relaciones con Reino Unido, condición que permaneció por varios años.[158]

El régimen de Cárdenas aplicó una brillante política exterior, en la cual se defendieron los principios de no intervención, autodeterminación de las naciones, rechazo a las agresiones del fascismo, apoyo a países agredidos y oposición a prácticas imperialistas. Entre las acciones más importantes destacó la protesta del gobierno de México ante la Sociedad de las Naciones por la invasión de Italia a Etiopía, así como la denuncia y condena ante la invasión nazi a Austria y su supresión como Estado independiente.

Otro aspecto importante en la política exterior cardenista fue el apoyo que se brindó a los republicanos españoles en la guerra contra los falangistas liderados por el general Francisco Franco. Estos estaban adheridos al fascismo, y recibían apoyo de la Alemania nazi; en cambio, los republicanos obtenían ayuda de la Unión Soviética y de México, el cual les vendió armas y sirvió de intermediario para que otros países les brindaran ayuda militar.

Elecciones de 1940

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Juan Andreu Almazán.

Desde varios días anteriores a la elección, se esperaba un ambiente polarizado por los resultados de la misma entre los dos principales sufragios: Manuel Ávila Camacho y Juan Andreu Almazán. El segundo, junto al apoyo de varios simpatizantes, fundó el Partido Revolucionario de Unificación Nacional (PRUN), de corriente centroderechista. Los simpatizantes de Almazán habían advertido desde días antes que el PRM preparaba un fraude electoral, además de que el mismo Almazán había calificado a Camacho como un «candidato comunista»; por otro lado, Camacho había calificado a Almazán como «traidor a la patria» y «candidato millonario».[162]

La campaña electoral fue muy violenta[162]​. En el propio día de la elección acabó en un baño de sangre pues grupos paramilitares dirigidos por Gonzalo N. Santos por parte del gobierno de Cárdenas abrieron fuego contra los almanzanistas y graves denuncias de irregularidades, que levantaron la afirmación generalizada de fraude electoral. Al día siguiente de las elecciones, Arnaldo Cortesi, un corresponsal de The New York Times, narró lo siguiente en una noticia suya:

Nadie medianamente imparcial que estuviera hoy en la ciudad de México podría dudar de que en esta ciudad el sentimiento popular estaba mayoritariamente a favor del general Almazán. Este corresponsal visitó cerca de veinte casillas en diferentes partes de la ciudad. Sólo dos de ellas estaban integradas por simpatizantes del general Ávila Camacho […]. Cerca de 10 mil [almazanistas] marcharon por la Avenida Juárez cantando lemas de la campaña del general Almazán, tenían la intención de llegar al cuartel general del general Ávila Camacho. Aquí también se encontraron con una barrera de soldados y se desató una verdadera batalla campal. […] La batalla más importante del día empezó cerca de la Oficina de Correos y siguió por Avenida Juárez; la empezaron los simpatizantes del general Ávila Camacho, que dispararon contra un grupo grande de almazanistas. Este corresponsal vio con sus propios ojos a un grupo de oficiales uniformados que disparaba contra un grupo de almazanistas cerca del cuartel general de Ávila Camacho.[163]

Por otro lado, en Memorias (1984) de Gonzalo N. Santos describió con honestad los eventos ocurridos muchos años después:

Arremetimos contra esa casilla (de la Casa Entresolada) a pistolazo limpio y como hubo algunos que dispararon contra los nuestros los contestamos en forma enérgica a balazo limpio. Recogimos todas las ánforas que ya estaban repletas de votos alma