Jerónimo de Arbolanche

Jerónimo de Arbolanche
Información personal
Nacimiento 1546 Ver y modificar los datos en Wikidata
Tudela (España) Ver y modificar los datos en Wikidata
Fallecimiento 1572 Ver y modificar los datos en Wikidata
Nacionalidad Española
Información profesional
Ocupación Escritor Ver y modificar los datos en Wikidata

Jerónimo de Arbolanche (Tudela, ca. 1546[1]​ - 13 de junio de 1572[2]​), escritor español del Siglo de Oro. También conocido como Hieronymo Arbolanches, Jerónimo de Arbolancha y Jerónimo de Arbolánchez.

Descendiente de una acomodada familia de mercaderes,[3]​ parece que fueron sus padres Pedro de Bilbao y María Vitas.[4]​ Se casó con Graciosa de Cascante según consta por el notario Nicasio de Spés.[5]

Parece ser que pasó gran parte de su vida en Tudela. Allí frecuentó la tertulia que organizaba el marqués Pedro de Magallón Vergara y Veraiz en el Palacio de San Adrián, al que asistía un grupo de humanistas vinculados al Estudio de Gramática de Tudela (1571-1574): Pedro Simón Abril, director del citado Estudio (luego sería nombrado catedrático de la Universidad de Zaragoza), el eclesiástico y maestro Melchor Enrico, presbítero tudelano que dirigió también, en algún momento, el Estudio de Gramática,[6]​ que escribió varias comedias y autos representados en las fiestas de la ciudad, y el poeta Jerónimo de Arbolanche, al que se le atribuyen los textos incluidos en el programa iconográfico de "mujeres ilustres" que adorna la escalera del palacio.

Sin embargo es más conocido por un curioso poema de épica novelesca, Las Abidas (Zaragoza: Juan Millán, 1566).[7]​ Con el pretexto de poetizar un mito de los Turdetanos, la leyenda de Abido o Habis, narrada por el historiador romano Trogo Pompeyo, realiza una especie de miscelánea en la que combina motivos caballerescos, bucólicos y alegóricos. Paralela a la variedad de contenido es la variedad de la forma, pues el autor utiliza todo tipo de versos y estrofas, que emplea con suma destreza, en especial el arte menor. Su amplio saber humanístico destaca también por los ecos de literatura clásica y la erudición mitológica que rezuma la obra. El estilo dista mucho de ser llano, de forma que se le ha llegado a nombrar como un precedente del culteranismo. Cervantes ataca este libro en su Viaje del Parnaso.[8][9]​ De que el propio Arbolanche se esperaba la crítica da fe no sólo la epístola inicial de su maestro, Melchor Enrico, en la que le aconseja y previene contra envidiosos y maldicientes, sino la respuesta del autor enumera irónicamente sus carencias.

Adriana de Egües, musa del poeta

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Adriana aparece como una de las musas e inspiradoras de ese movimiento y a ella dedicó el joven poeta Jerónimo de Arbolanche su obra Las Habidas, con un poema que lleva esta dedicatoria: “A la Ilustre Señora Doña Adriana de Egüés y de Biamonte”, y comienza con estos encendidos versos:

En vos todo mi canto se decora

Vos distes a mi tosca pluma lumbre

Más clara que la que nos da la Aurora.

Y así yo vuestro nombre en la alta cumbre

De la fama inmortal he colocado

Siguiendo en alabaros mi costumbre.

También la hace protagonista de su historia pues no hay duda que Adriana de Egüés se esconde tras la princesa Adriana y tras la zagala Andria. De la misma forma que el poeta se esconde tras el pastor Arbolino.

Una lectura detenida del poema permite conocer algunos rasgos de la joven, que tiene apenas 19 años cuando en 1566 se publica el libro. En primer lugar, Arbolanche alaba su hermosura, realzada por su elevada posición social.

Pero además de belleza, resplandecían en ella otras cualidades que la colocaban por encima de todas las de su generación. El poeta afirma categóricamente:

“Que no hay quien mayor loor que mi Adriana Merezca en toda la Ribera mía”.

Aún son mayores los elogios que le dedica don Melchor Enrico, director del Estudio de Gramática de la ciudad y maestro de Arbolanche, quien en la Epístola que envía a su discípulo, y que aparece en el citado libro, la compara con la diosa Minerva:

“Y aquella tu Adriana que nombraste / (…) /

Con ser como lo es otra Minerva

En casta, y en honesta, y en discreta,

Tanto por sí como por su planeta.”

El final del poema deja ver el gran ascendiente que Adriana de Egüés, tenía en la alta sociedad de Tudela, pues Jerónimo de Arbolanche no duda en pedir su protección y amparo ante las posibles críticas al libro:

Mirad, que os hago de él Ninfa driada

Mirad no consintáis que las Harpías

Hagan en él su nido y su morada,

Que son aves pestíferas y frías

Pues son las lenguas de los maldicientes

De quien se temen las canciones mías.

Algunos, al leer el poema, pudieron preguntarse acerca de las relaciones del poeta y la joven aristócrata. Jerónimo quiso dejar claro que Adriana sólo es su musa y niega las habladurías que corrían por la ciudad.

No porque os tenga yo por mi señora

De la suerte que el mal vulgo podría

Pensar, como el que todo lo devora.

Mas porque tengo yo en la fantasía

Que no hay quien mayor loor que mi Adriana

Merezca en toda la Ribera mía.

Nada más se sabe, por ahora, del tipo de relaciones entre el poeta y la altiva aristócrata que no llegó a nada, ya que ambos siguieron caminos diferentes.[10]

Referencias

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  1. Del Campo Jesús, 1975, p. 7
  2. Del Campo Jesús, 1975, p. 24
  3. Del Campo Jesús, 1975, p. 15
  4. Del Campo Jesús, 1975, p. 3
  5. Del Campo Jesús, 1975, p. 23
  6. Del Campo Jesús, 1975, p. 8
  7. González Ollé, Fernando (1969). Clasicos Hispánicos, ed. Las Abidas. Madrid: Consejo Superior de Investigaciones Cientificas. 
  8. Mata Induráin, Carlos (2003). «Espacios de la maravilla en Las Abidas (1566) de Jerónimo de Arbolanche». En Iberoamericana, ed. Loca Ficta - Los espacios de la maravilla en la Edad Media y el Siglo de Oro. Universidad de Navarra. pp. 295-320. ISBN 84-8489-090-2. 
  9. Mata Induráin, Carlos (2004). «La poesía pastoril y amorosa de Jerónimo Arbolanche». Río Arga. Revista de poesía: 23-29. «Cervantes, en su Viaje del Parnaso (1614), presenta al tudelano Jerónimo de Arbolanche (h. 1546-1572) como el caudillo de los ejércitos de los malos poetas que asaltan el famoso monte en el que viven.» 
  10. «Adriana de Egues». Tudela de Navarra. Consultado el 23 de febrero de 2021. 

Bibliografía

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  • Del Campo Jesús, Luis (1964). Jeronimo de Arbolancha (Poeta del siglo XVI): Su vida y su obra. La Accion Social. 
  • Del Campo Jesús, Luis (1975). Diputación Foral de Navarra, ed. Jerónimo de Arbolancha. Navarra. Temas de Cultura Popular (230) (1 edición). Pamplona. ISBN 978-84-235-0263-9. 
  • Iribarren, Manuel (1970). Escritores Navarros de ayer y de hoy. Pamplona: Editorial Gómez. pp. 31-33. 

Enlaces externos

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